Miguel Rellan
Decía la canción «la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida». Y, si, afortunadamente la vida, de vez en cuando, nos da sorpresas, que nos endulzan el día y dejan buen sabor de boca durante algunos mas. Podría listar ya unos cuantos personajes a los que he conocido en estos últimos años y que han conseguido dejarme este buen sabor. El de hoy, desde luego, es uno de ellos.
Conozco a Miguel, como todos, y quien no? Miguel Rellan el actor, el de tantas películas y series de televisión, con algunos personajes en su haber tan entrañables como el alma en pena de Fiz de Cotovelo en «El Bosque Animado». Magnífico profesional y trabajador incansable, pero conocerle en la corta distancia ha sido una grata sorpresa, porque hay gente que transmite cercanía y aporta sabiduría. Sin pretenderlo, que es lo bueno.
Estoy frente al estadio Santiago Bernabeu esperando a Rosa, una compañera fotógrafa que hoy viene conmigo de ayudante, ya tenia que haber llegado, pero parece se le ha liado la cosa. Llega un poco apurada por su retraso y se disculpa. No pasa nada de nada, le digo, no te preocupes, ademas he quedado con Miguel aquí también en 15 minutos.
No transcurre ni un minuto cuando vemos a Miguel paseando al sol frente al estadio, haciendo tiempo. En cuanto me reconoce sonríe y me saluda, hace un frío que pela, así que no nos entretenemos mas allí. Montamos en el coche en dirección al restaurante donde vamos a comer antes de la sesión fotográfica. Durante el breve trayecto, nos resume entusiasmado el argumento de la función de teatro que le tiene ocupado con ensayos en estos momentos. Muy interesante, por lo que nos cuenta.
La conversación en la mesa salvo un pequeño lapso para reconocer la carta y decidir que pedimos, es continua. Miguel sigue contándonos muchas, muchas cosas. Demuestra un gran conocimiento de su trabajo, como no, pero también gran curiosidad por el mío. Hablamos de fotografía, me pregunta sobre fotógrafos por conocer y a su vez me recomienda algunos que yo no conozco y así se nos hace corta la hora y media que estamos en la mesa.
Después de comer, mientras montamos el pequeño set fotográfico, Miguel nos acompaña y curiosea. -Y yo no puedo ayudar? pregunta con interés
Cuando se sienta frente a mi, como ya me ha ocurrido en muchas otras ocasiones, me confiesa algo de temor a la cámara fotográfica, aunque, dice que en este caso está muy tranquilo, conoce mis retratos y entiende perfectamente lo que pretendo en ellos. Aun así, le tranquilizo diciendo que va a ser mucho mas fácil de lo que se piensa y mientras hablo, disparo mi cámara de vez en cuando.
Después de unos cuantos, cambiamos a una posición mas frontal, entonces se apoya en la mano, su dedo marca unas arrugas que me hacen gracia y veo como todos sus rasgos se conjuran en un simpático, sutil gesto… ClicK!