Emilio Gutierrez Caba

Emilio Gutierrez Caba

Emilio, actor con mayúsculas, pertenece a esa saga familiar cuyo apellido, los Gutierrez Caba, tiene un inconfundible sabor a cine y teatro, al que evidentemente no puedo ni debo obviar en mi galería. Bien es cierto que llevo tiempo queriendo hacerlo, fotografiarle, y que son ya varios los intentos fallidos a lo largo de estos últimos meses, casi siempre  por agenda de trabajo, que no por predisposición suya. Desde el primer día en que pude hablar con él, se mostró dispuesto a permitir mi indiscreción, y la de mi cámara. Por fin, encontrado ese momento, he quedado en visitarle hoy por la mañana en su casa, a eso de las once.
Me recibe de modo familiar, invitándome amable y sonriente a pasar y a descansar cuanto antes mi aparatoso equipaje.
-Déjalo donde quieras, Pepe, pasa echa un vistazo y decide donde quieres ubicarte para trabajar.
Estamos en una sala de estar donde lo que predominan son los libros, tanto en las repletas estanterías, como sobre la mesa donde se acumula de manera ordenada entiendo que la lectura presente y futura. Me ve fijarme en ello y aprovecha para recomendarme alguno de los títulos que aguardan turno. En la misma entrada descanso mi equipo a la espera de montarlo, algo que haré luego tranquilamente porque con mi llegada he interrumpido en la preparación de, a juzgar por el aroma, un delicioson té, Me ofrece acompañarle en la degustación, y acepto.
Contigua a la sala hay un pequeño y confortable salón donde nos sentamos frente a la infusión, rodeados de mas libros, y donde acometemos una distendida charla. Me ha dicho que no tiene prisa y eso me viene bien para, por llamarlo de alguna manera, preparar el terreno. Hablamos durante casi una hora entre sorbo y sorbo de un excelente té caliente, del que se confiesa gran amante. Aprovecho entonces para pedirle consejo sobre alguna marca y variedad y me sorprende con una extensa carta de la que se surte comprando por internet. yo anoto mentalmente.
Estoy tan gusto con mi anfitrión que me da un poco de pereza empezar a trabajar, pero ya va siendo hora.
En la sala de estar, apartando un poco la mesa y un par de sillas, para hacer hueco, y aprovechando el paso de la puerta y parte del pasillo, preparo ahora si, el escenario. Minutos después estamos en el ambiente de la luz de los flashes, y puedo empezar a disparar buscando el momento y gesto. Me ocurre lo mismo que antes, estoy muy cómodo y creo que Emilio también. No le he pedido nada especial, solo que sigamos con la charla, y yo iré buscando. Al cabo de unos minutos veo un Emilio muy cercano y sereno, y… ClicK