Michael John Treanor

Debo reconocer que no veo mucha televisión, paso bastantes horas delante una pantalla pero no por ocio, aunque mi ocio y mis obligaciones tienen muchos puntos de encuentro. El caso es que por esta desconexión televisiva muchos de los actores de última generación pueden pasarme desapercibidos, hasta que en algún momento alguien me propone fotografiarlos. Esto es lo que me ocurre hoy con Michael John Treanor a quien no he tenido ocasión de conocer antes del día en que, por propuesta de la agencia que lleva su comunicación, nos citamos para este retrato.

En el momento que recibo el email con la propuesta, abro su ficha, y tras leer sobre su trabajo busco también su imagen en internet para saber a que me enfrento. ¡Me encanta! Y acepto al momento.

Días mas tarde llego a Irving Studio, unos minutos tarde por culpa del tráfico y eso que viajo en moto, aparco a pocos metros y llamo a la puerta, me están esperando.

Al entrar y tras saludar a Cristina y Paolo identifico enseguida a Michael sentado en una banqueta mirando la pantalla de su móvil, levanta la cabeza y su rostro duro de aspecto, tal como había visto ya en algunas fotos, se transforma de manera fácil y automática en una amplia y simpática sonrisa, y sin levantarse me dice “Hola Pepe” con un acento entre inglés y español.

El hecho de haber llegado un poco tarde hace que deba ponerme sin mas retrasos a preparar la iluminación de la sesión y no tenga tiempo de sentarme a charlar con él como hubiera hecho en otras circunstancias. Pero no importa, lo hago todo al mismo tiempo, y mientras con la ayuda de Paolo vamos montando lo poco que necesito, voy conversando con Michael.

Es curioso como a cualquier pregunta me responde siempre con una sonrisa, y deja claro que ese aspecto de mafioso duro que con el que aparece en sus papeles televisivos es fruto únicamente de la interpretación y el buen hacer.

Antes de empezar me muestra algo de ropa que ha traído para que pueda elegir, y le propongo ponerse una camiseta negra de manga corta. Al cambiarse allí mismo puedo ver la cantidad de tatuajes que tiene por todo el cuerpo, algo que para un retratista es un reclamo y que no puedo ni debo pasar por alto en la imagen final. Por lo tanto, mientras acabo de preparar, ya voy pensando en como conjugar estos tres ingredientes de manera efectiva, los tatoos, el aspecto duro y la simpatía natural de este hombre que por momentos se está ganando la mía sin esfuerzo.

Ya tenemos todo listo, y pido entonces a mi protagonista que entre en la zona de luz para hacer las últimas mediciones.

Aunque le sale muy fácil, no quiero la sonrisa amplia que regala continuamente, quiero sacarle algo mas de fuerza aprovechando todo su potencial.

El contraste de luz en el rostro, la pose en ángulo y los tatoos del brazo en primer plano ya los tengo, ahora solo esperar que esboce una muy leve sonrisa y que la mirada sea de verdad.