Luis Guillermo Solís Rivera
Me paso la vida haciendo retratos y viajando de acá para allá con estos asuntos de la fotografía que tanto me llenan, pero hasta ahora no había tenido la ocasión de fotografiar al presidente de un país, es la primera vez. Siempre he defendido la idea de que las cosas suceden en su momento, cuando tiene que ser, y si antes no pude hacerlo, por algo sería.
Estoy en Costa Rica, un país al que tengo tantísimo cariño por muchas razones, entre otras porque desde hace unos años ha sido este país la puerta de entrada para mis proyectos en América, y mi segundo hogar dado las largas temporadas que en ocasiones para llevarlos a cabo me toca permanecer al otro lado del charco. Allí he encontrado grandes personas que me han acogido en su casa como si fuera mía y que de manera incondicional me han apoyado desde el principio. Mi manager Cata, con su trabajo es la principal culpable de que yo siga yendo y viniendo y por supuesto queriendo volver una y otra vez.
Hace unos dias el Sr Solís presidente de la república fue protagonista de una simpática anécdota de la que se hicieron eco muchos de los medios de comunicacion del mundo, recuerdo que al verla me dije… me gustaría fotografiar a este hombre. Yo tenia ya viaje planeado para un par de meses mas tarde, así pues nos pusimos manos a la obra en la labor de localizar y hacerle llegar la propuesta fotográfica. Poco después recibimos la respuesta afirmativa, allá vamos.
El día escogido llegamos a la casa presidencial, donde tras los minutos necesarios para pasar las obligatorias medidas de seguridad nos atienden y accedemos al interior, donde lo primero que me proponen es visitar dos estancias y elegir una donde desarrollar la sesión. Por varios motivos me decido por la sala contigua al despacho del presidente, mientras dentro él termina una primera reunión de la mañana. Gustavo siempre eficaz, tras escuchar mis instrucciones empieza a montar el escenario de luces y fondo para que yo pueda hacer ya las primeras pruebas, y así tener todo listo cuando aparezca el Sr presidente. Hecho todo esto, nos relajamos y tomamos un rico café de la tierra que amablemente nos sirven allí mismo .
Poco después nos anuncian que podemos prepararnos porque el presidente acaba de terminar y aparecerá en unos minutos. Todos nos ponemos ya en marcha.
Tras una presentación informal y distendida le invito a tomar asiento para terminar de iluminar y ajustar detalles mientras continuamos conversando. Descubro a un hombre familiar de gesto amable y conversación amena, mucho mas cercano de lo que a priori uno puede pensar que podría ser por obvias razones
Atiende con interés mis sugerencias mientras disparo la cámara intentando encontrar el retrato que busco, y contesta siempre sonriendo a cualquiera de mis preguntas. Alrededor, el resto del equipo escucha nuestra conversación y observa con silencio respetuoso el ritual de la sesión, que se hace breve por lo ameno y porque todo lo que el Sr Solís nos cuenta sobre sus experiencias como presidente y como padre de familia. Mientras todo esto sucede sigo concentrado a través del visor de mi cámara en buscar el momento preciso, y no mucho mas tarde me llevo por fin una gran toma.