Guillermo Montesinos
(Perdonadme, lo primero, queridos sufridores de este blog. Sabeis lo puntual (pesado) que he sido durante dos años, pero ahora estoy atendiendo demasiados compromisos y he tenido que frenar de algún sitio. Ha sido de este, que es el único donde no me manda nadie.) Tenia ganas y no veia el momento de rescatar este retrato del baul de los recuerdos, por varios motivos. Primero porque me encanta como tal, segundo porque me encanta el personaje, y tercero porque fué fruto de la casualidad y de una jornada que no quiero olvidar. Guillermo ha sido desde los 80, un actor al que he seguido con cariño en innumerables películas y obras de teatro. Algunas tan representativas de nuestro cine como «La Vaquilla», «Se infiel y no mires con quién» o «Mujeres al borde de un ataque de nervios». El por aquel entonces ya cargaba con trayectoria a sus espaldas, aunque esos años anteriores andaba yo perdido en otros asuntos mas de juventud y es en esa época de los 80 donde empiezo a empaparme sobre todo de cine y le conozco. Esta tarde acabo de hacer una sesión con Jorge Sanz y Enrique San Francisco en los camerinos del Teatro del Matadero en Madrid. Tengo la sensación de haber conseguido un gran retrato de ambos juntos, pero hasta que no llegue a mi estudio y revise, no puedo estar seguro. Estoy hablando con Jorge y haciendo alguna foto de recuerdo mientras se termina de vestir frente al espejo, cuando pasa por delante de la puerta una figura. Hacia años que no le veía, pero en seguida le reconozco. -Jorge! por favor. acaba de pasar Montesinos, puedes preguntarle si no le importa ya que estoy aquí, dedicarme unos minutos y posar para mi?. -Coño! Pues claro que no, es un tío estupendo. Espera… Le escucho llamarle en el pasillo y comentarle supongo que mi propuesta, y al cabo de un minuto llega Jorge con el brazo sobre el hombro de Guillermo. -Aqui le tienes Pepe, ves? Queda apenas 20 minutos para que salgan a escena, así que aunque Jorge ya le ha dicho algo, le explico lo que vamos a hacer y que no le voy a demorar mas de 10? informo y pregunto con la mirada. Vale! me dice En un momento vuelvo a abrir un softbox que estaba recogiendo, mido cuidadosamente y le siento en una de las dos sillas del camerino. No dejo de hablar con él mientras lo preparo todo, para ir creando un poco de clima» Siempre ha tenido un aire de «chaval. Ahora ya con canas e incipientes arrugas que le visten con una impresionante personalidad, sigue teniendo una mirada de chaval de 20 años, pero con muchas lecciones aprendidas. No me hace falta mucho mas, la luz es perfecta y el gesto, el justo.. Click!!