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Jose Maria Pou

Hoy voy a fotografiar a uno de esos actores que tanto me gustan y a los que denomino de «larga trayectoria». Prolífico e incansable trabajador de la escena desde hace creo que unos 45 años. Catalán con carácter, tanto, que es capaz de parar una representacion para recriminar la mala educación de algún espectador con el móvil encendido. Algo que debía empezar a sancionarse de alguna manera, porque sigue habiendo especímenes que parecen disfrutar molestando con el soniquete de su teléfonos.
He quedado con Jose Maria en la agencia fotográfica «Contacto», donde Miguel, su director, me deja un estupendo espacio para trabajar.
Yo he llegado media hora antes y me he preocupado de preparar el escenario, a falta tan solo de algún ajuste de luz que haré cuando le tenga delante.
Bajo de nuevo y me siento en un banco a esperar, ya casi es la hora. Jose Maria aparece puntual y me levanto a saludarle.
-Tenemos tiempo de un café, verdad?
-Claro, vamos.
Entramos en una pequeña cafetería que tenemos enfrente y dedicamos varios minutos a conocernos un poco, entre sorbo y sorbo del negro y aromático liquido. Me cuenta un poco de su ajetreada agenda pasada, presente y futura. Le escucho con atención y solo le interrumpo brevemente para lanzarle alguna otra pregunta.
Media hora después, decidimos que es el momento de subir y ponernos manos a la obra. Enciendo los flashes y observo el efecto, apago uno, muevo el otro. Ilumino cenital y frontalmente con un solo punto de luz.
Su cara me habla con la mirada y con cada una de sus arrugas. Le digo que prefiero los rostros marcados, como el suyo, y que no me gusta quitarles la personalidad retocandolos, asiente y me dice: hombre, claro! con lo que cuesta construir una cara que diga algo, no me lo vas a borrar ahora. Sonrio.
Disparo con Pou sentado, posando a escasos centímetros de mi cámara, consiguiendo unos planos muy expresivos y tremendamente descriptivos de su personalidad.
Después de unas tomas, mientras cambio de objetivo por uno mas largo, le pido que se levante para trabajar ahora de pié. Yo me agacho para contrapicar un poco la toma, él acerca la mano al objetivo, como si quisiera cogerlo… y Click.

Javier Krahe

Cantautor de referencia para muchos dentro y fuera de la profesión. Poeta, irreverente y mordaz. De aspecto quijotesco, aunque poco dado a las fatigas caballerescas ya que según él mismo dice, prefiere emplear sus energías en vivir sin trabajar.
Voy repasando en el coche, alguna de sus canciones mientras me dirijo a la cita con él. Llegando al portal empiezo el reconocimiento y búsqueda de aparcamiento, a poder ser, no lejano donde dejar el coche y transportar luego el equipo sin demasiado sufrimiento; es un dia de calor.
En la segunda vuelta encuentro sitio al lado del portal, muy justo, y delimitado por pivotes de hierro de esos que no puedes ver mientras aparcas. Dejo la huella fehaciente en el lateral de la puerta del copiloto y procedo a descargar el equipo, maldiciendo.
Me recibe en su casa sentado frente a una estantería llena de libros, películas y un televisor, donde está repasando una escena de una antigua película en blanco y negro, que ahora soy incapaz de recordar aunque durante unos minutos conversamos sobre ella.
En el salón, los muebles están ajustados al espacio, por lo que me resulta imposible encontrar un sitio donde montar sin tener que descolocarlos un poco. Le pido permiso para mover lo necesario y ponerme a trabajar.
-Claro Pepe, mueve lo que necesites
No tardo mucho en estar listo, mientras hablamos de cine y música. Antes de empezar con la sesión me enseña también un retrato en blanco y negro, de gran formato, que otro fotógrafo le hiciera hace ya tiempo.
Se sienta frente a mi y enciende un pequeño cigarro puro que me da cierta envidia. Me aguanto, ajusto la luz y empezamos la sesión.
Disparo despacio, dejando tiempo entre disparo y disparo y hablo con él en los intervalos. No posa sino que me observa y analiza aunque no me lo diga, o al menos esa es la sensación que percibo.
A traves del visor conectamos las miradas y veo al Krahe que quiero retratar. ClicK!!

Jorge Blass

Una de mis grandes aficiones, desde siempre, ha sido la magia. Es un arte que he practicado muchos años, donde he hecho buenos amigos y algo que me emociona como a un niño cuando veo como un maestro me encandila con sus efectos de cerca o escena.
Jorge ha sido el niño precoz en esto de la magia en España, el mas joven en conseguir pasar el examen de ingreso en la SEI (Sociedad de Ilusionismo Española), con tan solo 12 años… y desde entonces imparable. No me equivoco mucho si digo que hoy dia es la cara mas conocida en este arte, siempre con permiso del Maestro Tamariz.
Tengo que ir a casa de Jorge hoy, para hacer este retrato. Hemos quedado a las 12 y mientras preparo todo, antes de salir de mi estudio, le hago una llamada de confirmación. Todo OK. contesta, pero para ganar unos minutos me pide que le recoja en el Teatro Compac Gran Vía, de donde sale de una reunión para un nuevo Show. A mi me pilla de paso, así que… acepto.
LLegando al teatro, le pongo un mensaje para que me espere a pie de calle y allí le recojo sobre la marcha. No vive lejos y en pocos minutos estamos aparcando; hemos tenido suerte encontrando un sitio justo frente a su casa.
Desde el salon de su casa hay unas vistas privilegiadas sobre esta zona de Madrid, me paro unos minutos a contemplar esto y respirar el aire fresco en la terraza antes de liarme con el montaje.
Moviendo tan solo una mesita, donde imagino que debe pasar muchas horas cavilando e inventando, encuentro el espacio perfecto para preparar mi escenario. Solo un flash y ajustando bien la distancia con la pared contraria para usarla como reflector consigo una luz que me gusta. Cada día aprendo mas sobre como usar los recursos «in situ».
Ahora le tengo delante y compruebo que efectivamente la luz está perfecta. Empezamos probando con algunos disparos y una baraja en sus manos, utilizamos después una varita mágica y por último nada mas que sus manos de mago llamándonos a la concentración sobre el efecto que está apunto de regalarnos.
Por si acaso, antes de que ocurra… ClicK!!!

Jose Luis Gil

No creo equivocarme mucho si digo que Jose Luis debe ser uno de los rostros mas conocidos de nuestro país, y estoy seguro de que también es el presidente mas recordado y querido, gracias a su personaje de «presidente» de la comunidad durante varios años en las series «Aquí no hay quien viva» y «La que se avecina». Pero Jose Luis es, para quien no lo sepa, un profesional con mas de 30 años de andadura todoterreno en las artes escénicas. Curtido desde joven en el doblaje, donde tiene una interminable lista de trabajos, actor también de cine y teatro y recientemente director con su cortometraje titulado Entre Cartones.
Hemos decidido quedar en un lugar céntrico de Madrid, por comodidad de ambos. Nuevamente he tenido que echar mano de la generosidad de Carlos Sanchez del hotel Wellington donde nos van a proporcionar un espacio para poder trabajar.
LLego con algo de tiempo, para ver el sitio donde montar y preparar el plató antes de que llegue Jose Luis. Conozco bien el lugar, así que tardo poco en ubicarme y montar.
Ya preparado, miro el reloj y me extraña que Jose Luis no haya llegado, ahora dudo de si le di bien la dirección. Le llamo y me confirma que todo OK, está a tan solo unos pasos, viene andando y por eso ha tardado un poco mas. Efectivamente, me asomo a la calle y ya le veo llegar.
Entramos y juntos nos dirigimos al salon privado que el hotel nos ha cedido. Atravesamos hall y cafeteria entre algunos cuchicheos y miradas que creo, no van dirigidas precisamente a mi.
Como tengo casi todo a punto, en pocos minutos estoy preparado para trabajar y mientras conversamos le voy colocando en centro de los flashes. Hablar con él es muy gratificante, tiene una conversación inteligente y
Disparo mi cámara algunas veces, de repente paro y le digo, Jose, igual que Hitchcock tu tienes un perfil muy reconocible, no te importa…? Se ríe, y contesta que no mientras se gira. Rápidamente coloco uno de los flashes frente a él y apago el otro. Tengo una pared detrás que me rebota lo justo, me gusta mucho lo que veo ahora… Click!!
-Lo tengo, Jose Luis
-Ok Pepe. Pues recoge y vamonos, te invito a un café…

Pancho Varona

Dicen las malas y buenas lenguas, que Pancho Varona es la mano izquierda de Sabina. Es mas que posible que así sea, aunque él diga que no, ya que la simbiosis entre ambos parece perfecta, en el escenario y en las largas horas en las que hay que pensar y escribir canciones. De cualquier manera a lo largo de los años ha dejado bien claro que con o sin su amigo Joaquin, él mismo ya es todo un musicazo y ademas una persona entrañable que se ha ganado público y amigos en el trayecto.
Estoy montando y preparando el set en un salón del hotel Wellington, esperando a que llegue. Ya he visto por Twitter, que está al caer, cosa de 5 minutos, ponía. Bueno, lo mío está casi terminado a falta como siempre de pequeños ajustes antes de empezar.
Bajo al Hall y me siento en uno de los sofás a cotillear a la gente que entra y sale mientras le espero. No me da tiempo a cotillear mucho, ya que uno de ellos es Pancho que aparece con un polo negro, barba de varios días y una bolsa en la mano. Tiene el aire de viejo rockero que yo me esperaba, incluso a primera vista me parece verle cierto parecido con Bruce Spingsteen… cosas mías.
-Pancho, le digo mientras me levanto a recibirle
-Eres Pepe? Que tal? Perdona mi retraso tío, ya venia apurado por hacerte esperar.
-Coño Pancho 7 minutos… eso no es esperar.
Subimos juntos al salón donde tengo preparado mi equipo y allí le pido que descanse un momento, no quiero que esto parezca un fotomatón. Sugiero que nos sentemos a charlar un rato, para explicarle lo que quiero hacer exactamente. Se que ha estado muy liado y dudo de si habrá visto alguno de mis retratos antes de acceder a esta sesión o ha venido confiado sin saber que diabluras le esperan. Resulta que si, conoce y ha estado curioseando en mi web, porque me recita de carrerilla varios de los personajes que allí aparecen. Perfecto, entonces solo tengo que darle algunas pequeñas pautas para poder empezar.
Antes de nada, me pide que le eche un vistazo a lo que trae en la bolsa, por si me parece que pudiera quedar bien para la foto. Saca de allí una preciosa camisa de diseño con estampaciones de Los Beatles en blanco y negro, regalo de algún buen amigo.
-Es… “perfecta”… póntela.
Le coloco en una silla y termino de medir. Me pregunta que debe hacer. Nada, ya me encargo yo, tu sigue hablando conmigo. Voy disparando buscando la mirada del simpático «viejo rockero» que he visto aparecer hace unos minutos, abajo en el hall.
Pancho inclina levemente la cabeza, lo justo para descentrar un poco la imagen y… ClicK!!!

Eduardo Punset

Alguna vez os habéis preguntado preguntado, con que personajes españoles os gustaría compartir una tertulia? Yo si, y desde luego en mi caso Eduardo Punset ocuparía uno de los puestos de privilegio. Hoy gracias a mi trabajo, de nuevo voy a tener la suerte de conocer a una gran persona, además de incorporarle a mi galería de retratados.
He venido a recoger a Eduardo a su casa de Madrid. Le estoy esperando junto al portal, entretenido con el curioso escaparate de una tienda de antigüedades, donde ademas se entreoye el sonido de una emisora de radio en francés a la que intento coger algunas frases. Sale Eduardo y me saluda con un ¿Como estás Pepe? Le contesto que regular por culpa de la espalda, hoy me está dando el día. Hace un gesto de disgusto y me acompaña hasta el coche.
Durante el trayecto en coche aunque hablando de tráfico y diferencias entre ciudades, ya puedo recoger varias pinceladas artísticas sentenciando la conversación que prometen una interesante velada.
En el siguiente trayecto, el que nos lleva desde la entrada del restaurante a la mesa es interceptado varias veces por admiradores que buscan una foto con él o un autógrafo rápido. Esto debe ser el dia a dia de Eduardo, porque cumplimenta el trámite con agrado y sin prisas.
Ahora si, podemos sentarnos a la mesa, pedir un refresco y esperar a Cipri, nuestro anfitrión. Dejamos que sea él quien encargue el menú para compartir entre los tres al centro y nos dejamos llevar por los asiáticos sabores.
Durante la comida la conversación no tiene un tema concreto pero si un protagonista y sin darnos cuenta apenas le dejamos tiempo para comer tranquilo, mientras escuchamos entre absortos e ilusionados por la soltura con que se maneja en cualquiera de los temas.
Ya casi terminando, Cipri, señalando uno de los platos del centro le dice, Eduardo, va a querer usted un poco mas de esto? Eduardo le mira, mira la mesa sonríe y contesta. Si, pero de todo, por favor.
Durante todo este tiempo de conversación aprovecho también para observar y pensar un poco en como voy a preparar el posterior retrato.
Hoy he preparado el set en un apartado del restaurante en el que no estoy acostumbrado a trabajar y donde ademas tengo algo menos de espacio, pero con algo de ingenio he conseguido un buen montaje y una iluminación perfecta.
Aviso a Eduardo y le coloco en un taburete giratorio donde me resultara muy fácil si en algun momento tengo que cambiarle la postura. Le coloco con un muy pequeño giro del cuerpo y mirando totalmente de frente.
Quiero un primerísimo plano de su rostro.
Disparo algunas fotos, me encanta como ha quedado la luz. Eduardo sonríe frecuentemente y me pregunta si quiero algun cambio en la pose o gestos. Le contesto que lo que busco es una mirada mas severa, una que he visto en la mesa varias veces. Lo entiende y casi me atraviesa con ella. ClicK!!

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Pedro J. Ramirez

Hay personas que desempeñan su labor tan apasionadamente que no dejan a nadie indiferente. Pedro J pertenece este grupo de personas, apasionadas y seguras de su trabajo, que para bien o para mal cuentan con incondicionales seguidores y con críticos tan incondicionales como los otros. Mediático, carismatico, elocuente y audaz son adjetivos que le definen independientemente del bando desde el que se le mire.
Con la inestimable complicidad de mi amiga la periodista Esther Esteban, hemos conseguido hacerle un pequeño roto en su agenda diaria para ponerle delante de mi objetivo. Parece ser que voy a disponer de unos 5 minutos tras una reunión de la tarde. Intentaré que sean 10 una vez que estemos en el ajo.
Llego a El Mundo con mas tiempo del necesario, quiero tener la certeza de que todo está preparado al 100% cuando aparezca Pedro J, dado el poco tiempo que a priori voy a tener. Como tengo cita concertada, en control avisan de mi llegada y puedo aparcar dentro a escasos metros de la puerta principal. Menos mal, ya que voy bastante cargado para variar.
Cuando llego al mostrador de recepción, Isabel, su secre, ya está esperándome junto a la entrada. Me reconoce rápido supongo que por los trastos que acarreo y me hace señas para que pase.
Le sigo por la redacción mientras me indica que he llegado muy pronto y la reunión de Pedro J aun durará un rato. Lo sé, le contesto, no me importa, prefiero tenerlo todo listo.
En busca del sitio apropiado, Isabel me da algunas opciones y entre ellas decido quedarme con una sala de reuniones amplia y luminosa a escasos metros de su despacho. Preparo con toda tranquilidad y tengo tiempo al terminar incluso de sentarme y contestar unas cuantas llamadas pendientes.
LLega Pedro J. con su atuendo inconfundible y parece que bastante animado. Soy consciente de mis cinco minutos, mas espero que el tiempo de descuento, y como todo está preparado me pongo manos a la obra.
Sentado ahora frente a mi en la silla que le tengo preparada, mientras contesta a una llamada, voy pensando rápido en como encuadrar este retrato.
Desde luego quiero un plano cercano. Opto por un encuadre horizontal que incluya los hombros y deje asomar corbata y los identificativos tirantes. Encuadro y disparo varias veces.
Hablamos… disparo… pregunto… me contesta… disparo… y Pedro J sonríe, siempre sonríe…
Al final, casi 10 minutos… Click!!

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Alfonso Guerra

Cualquiera que me conozca un poco sabe de mi pasión por el retrato y de mi afán por aprender. Es por esto que, cuando retrato a alguien con carrera de larga trayectoria, me motivo doblemente, ya que el tiempo que dura mi visita y la sesión es para mi como una breve master class en la materia que competa a mi anfitrión. Siempre queda en mi memoria alguna frase, algún comentario, alguna anécdota enriquecedora y a veces incluso, inédita.
Que duda cabe de que Alfonso Guerra es uno de los personajes que mas ha influido en la política y el pensamiento en los últimos 30 años en España. Que me haya recibido, que me dedique estos minutos y pacientemente se deje retratar, que ademas conteste a mis preguntas mientras le fotografío, es ya aunque breve, una valiosa experiencia para mi.
Llego a la sede de fundación Pablo Iglesias que él mismo preside y allí pregunto por Olvido, ella ha sido mi contacto durante las gestiones previas. Sale a recibirme y me invita a entrar al tiempo que me avisa de que Alfonso está terminando una reunión, pero no tardará.
Aprovecho este tiempo de espera para ver los posibles lugares donde montar el equipo. Veo una sala de reuniones en la que moviendo solo unas sillas tengo un espacio perfecto y allí preparo el escenario para cuando llegue el momento.
Todavia no ha terminado esa reunión, asi que tomo asiento y un café en la sala de espera y alli mismo tengo una agradable sorpresa. Olvido me regala un libro con la obra de un interesante fotógrafo español de principios del S. XX que desconocía y del que la fundación tiene una exposicion itinerante, Luis Ramon «Marin».
Ahora si, aparece Alfonso Guerra, disculpándose por haberme hecho esperar. Yo le quito importancia ya que ha sido una espera muy agradable. Me intereso por la exposición de Marin y él me pone al corriente de todo; tendré que ir a verla en cuanto pueda.
Ya en la sala, de pié ante los flashes, mientras ajusto luces entablamos una nueva conversación. Habla con mucha seguridad, de manera muy educada y contesta con tranquilidad a cualquier cosa que le pregunto.
Mientras hablamos disparo mi cámara varias veces, va impecablemente vestido, todo está perfecto, pero me molesta un reflejo del flash en los cristales de las gafas que no me gusta nada. Quiero captar su mirada a través del cristal, pero sin distracciones. Paro un momento para reparar esto, vuelvo a mi sitio y observo.
Si!, creo que ahora, perfecto… Click!!

Manuel Galiana

Manuel es uno de esos actores con mayúsculas. Un actor que llena el escenario nada mas pisarlo, uno de los de toda la vida.
Ademas de gran actor es alguien que en la corta distancia transpira confianza, sencillo y paciente, al menos así ha sido conmigo en el tiempo que le he robado antes de la representacion.
He quedado con Manuel en el teatro Muñoz Seca de la madrileña Plaza del Carmen, hora y media antes de que empiece la obra en la que ahora trabaja. Estoy esperándole en el hall del teatro unos minutos antes de la hora acordada, prefiero llegar con tiempo y si es posible echar un primer vistazo al lugar para ubicarme.
El llega apenas unos minutos después. Le veo llamar a través del cristal y yo mismo le abro la puerta.
-Hola Manuel, estaba esperándote, acabo de llegar
-Hola Pepe, como estás? A ver, que tenemos que hacer?
Le explico como vamos a hacer el retrato y pregunto por la mejor opción para montar el set sin molestar ni ser molestados; quizás en el camerino le propongo. Me indica que también podría ser en el mismo escenario, pero que mejor decida yo mismo. El escenario ya lo he visto antes mientras esperaba, asi que vamos a ver como son los camerinos.
Atravesamos juntos el patio de butacas, subimos al escenario y rodeándolo por detrás del decorado entre muebles y atrezzo, llegamos hasta una empinada y estrecha escalera que termina en una puerta metálica por la que accedemos. Allí arriba me presenta a su compañera de reparto, Paca Gabaldon, que también acaba de llegar y por lo que veo, está empezando a maquillarse.
Pensándolo bien, solo el transportar el material hasta aquí me parece muy complicado y ademas el camerino es algo estrecho.
-Manuel, creo que aquí va a ser muy difícil, prefiero montar abajo. En cuanto lo tenga preparado subo y te aviso.
Dicho y hecho, deshago el camino andado hasta aquí y me pongo manos a la obra sobre el escenario. Monto mi pequeño plató procurando mover lo menos posible del mobiliario preparado para la función y en unos minutos estoy listo. Aviso a Manuel para que baje y él no se hace esperar.
Se coloca ante los flashes mientras termino de iluminar. Estamos sobre el mismo escenario donde dentro de una hora dará vida al abogado Sir Wilfrid Roberts en la obra de Agatha Christie «Testigo de Cargo» pero ahora toda su atención está conmigo y con mi objetivo.
Una vez empezamos la sesión no hacen falta muchos disparos porque enseguida me parece ver la foto.
Sencillez, gran presencia y directo a los ojos del espectador, si! creo que lo tengo… Click!!!

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Paco Collado

Carismático, cómico multipersonaje, gamberro televisivo, Paco es uno de los habituales e inseparable compañero en las andanzas de nuestro querido manchego Jose Mota.
Tengo este retrato guardado en mi baúl desde hace tiempo. Debí hacerlo casi un año antes de darle vida al blog donde luego los he ido publicando, pero me acuerdo perfectamente del día en que…
He quedado con Paco en su casa para realizar esta pequeña sesión de fotos. Aunque llevo la dirección en el navegador del coche, no consigo dar con el numero del portal, por lo que ante mi inutilidad y después de recorrer la calle arriba y abajo, no me queda mas remedio que llamarle y pedirle que me oriente un poco.
-No puedo estar muy lejos Paco, pero no soy capaz de encontrarlo.
Me indica como llegar y por fin lo consigo no mas de un minuto después, aunque la mejor referencia de que he llegado es que le veo de pié en el portal, esperándome por si acaso.
-Que tal Pepe. Es que la numeración de esta calle… es un poco lío
-Ya, ya me he dado cuenta, madre mía.
Entramos en su casa y el pequeño “Chispi” se me echa encima cariñoso y deseoso de saludar al extraño que viene con su amo. Susana en la puerta me avisa de que hay otro mas grande en la cocina, “Nala” a la que escucho nerviosa por salir también a saludar. Me encantan los perros así que, les pido por favor que le dejen hacer los honores.
En el salón empiezo a descargar y montar el equipo para la sesión, Paco me acompaña controlando un poco a los curiosos perros y Susana desaparece unos minutos a por un café que me ha ofrecido y al no he sabido rehusar.
En unos minutos tengo todo listo, Paco me pregunta por el atuendo que prefiero para la foto y me enseña una camisa de cuadros que le gusta.
-Pues para mi perfecto, pero ni te la abroches
Entre charla y algunas muecas de su conocido personaje «El Aberroncho» voy disparando mi cámara, pero al final, como tantas otras veces, creo que me interesa mas el actor sin personaje y cuando creo que le veo… Click!

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