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Gonzalo de Castro

Gonzalo de Castro

Han tenido que pasar varios meses desde que intenté retratar a Gonzalo por primera vez, hasta esta ya definitiva. La primera, en el teatro de Rojas en Toledo, donde acepta mi reto y en el camerino me recibe minutos antes de salir a escena. Pero después de prepararlo todo, cuando intento empezar con la sesión algo falla y sin poder arreglarlo tenemos que posponer, sin saber cuando podrá volver a ser.
El azar tiene mucho que ver en nuestras vidas y en este caso ha sido el mismo quien sabiamente ha decidido juntarnos en esta otra ocasión, porque esta vez vamos a tener todo el tiempo que necesitamos para conocernos y charlar antes de trabajar.
Le recojo cerca de su casa y vamos juntos hacia el lugar donde comeremos y mas tarde montaremos el escenario-set donde terminaremos lo que hasta allí nos lleva hoy. Por el camino, mientras charlamos, repasa el libro de retratos que llevo en el coche y me sorprende gratamente el énfasis con que lo hace y advierte detalles de cada uno de los allí fotografiados, que a la mayoría le pasan por alto y a los que yo doy tanta importancia cuando retrato. Paso un muy buen rato escuchándole, e insisto en que siga con los que faltan, a la vuelta claro, ya que hemos llegado.
Tras dos horas largas de conversación en las que disfruto enormemente y observo con cuidado todos sus detalles y gestos llega el momento de trabajar. Ahora es un amigo quien se sienta frente a mi y sigue sincerándose, sin apenas darse cuenta de que yo estoy disparando mi cámara de vez en cuando. Tengo que esperar a que sea él quien me escuche cuando yo también cuento «mis cosas» para aprovechar su interés, su mirada, su rostro maduro, trabajado, inteligente.

Fiorella Faltoyano

Fiorella Faltoyano

Una actriz con los deberes hechos. Así podría describir a Fiorella, creo que sin miedo a equivocarme, porque aunque siempre pensemos que nos queda mucho por hacer, también es cierto que llega un momento en que volviendo la vista atrás puedes ver si por donde has pasado queda alguna huella. Y en su caso es evidente que las hay, hay muchas, y espero que siga habiéndolas durante mucho tiempo.
Fiorella y yo llevamos hablando, ya no sé cuanto tiempo, intentando dar forma al encuentro que por fin, ahora es posible. Espero de este, poder sacar tanto un buen retrato suyo, como una interesante velada con una gran profesional y a medida que voy conociéndola, veo que gran persona.
Para ello hemos decidido darnos, antes de la sesión, el tiempo necesario para conocernos fuera del auricular del teléfono, y uno de los mejores sitios que conozco para este tipo de cosas, es en la mesa de un restaurante.
Llegado el momento, un par de horas mas tarde, los dos vamos al lugar en el que improvisaremos nuestro pequeño plató para hoy.
Es en un rinconcito en el hall del restaurante lo suficientemente reservado para no molestar, donde empiezo a abrir bolsas, mientras pienso como voy a preparar el set, y a iluminar a Fiorella.
Lo que debe proyectar este retrato, lo tengo claro. Durante la comida y la sobremesa me ha demostrado su actitud positiva, y esa va a ser hoy mi búsqueda a través del visor. No creo que sea muy difícil.
Preparo una iluminación ancha para dar amplitud a la cara, con el contraste justo para no perder tampoco el detalle de los años vividos, que por supuesto ella no oculta. Listo para empezar.
Tengo a Fiorella delante, ahora sin la cobertura que proporciona la mesa, pero el tiempo y la charla allí empleados ha hecho que llegado este momento el clima sea perfecto y no haya ningún reparo.
Empiezo con unos cuantos disparos de prueba, en los que solo paro un momento para rectificar levemente la luz principal y continúo sin prisas, disparando solo lo necesario. Ahora Fiorella busca un apoyo que enmarca aún mas su sonrisa, y si, creo que la tengo.

Mario Pardo

Este pasado domingo he recibido la invitación de mi buen amigo Paco San José, para ir a comer a su casa. Invitación a la que evidentemente no pongo ningún impedimento.
Paco vive en un piso alto con unas privilegiadas vistas sobre el Manzanares y Madrid, al que llego con tiempo suficiente de tomar el aperitivo en la terraza, antes de sentarnos a la mesa. Mientras charlamos aprovechando el solecito, Paco me pregunta, si por casualidad he traído mi equipo conmigo. En el coche llevo de todo, le contesto. Ahí queda la cosa de momento, pero me fijo que en la mesa hay mas cubiertos de los que somos ahora; dos mas.
Suena el timbre, abro yo, y me encuentro frente a Mario Pardo y su mujer, que llegan a cubrir esas vacantes de la mesa. Ahora entiendo la pregunta de Paco.
Después de disfrutar de ibéricos de su pueblo, un sabroso guiso, postre y café, en excelente compañía; le cuento a Mario, que se sienta a mi lado, pero no me conoce mas que de eso, a lo que me dedico, a la vez que le enseño desde mi teléfono varios retratos. Acto seguido le propongo hacer una sesión allí mismo, a la que accede divertido. Paco se ríe, porque todo sale según sus planes.
En una estancia acristalada ganada a la terraza a modo de estudio, pero abarrotada de enseres, empiezo a preparar mis bártulos, mientras mi inesperado modelo da una cabezada en el sofá. Tengo que aguzar el ingenio, colocar todo en muy poco espacio e iluminar bien para que el resultado sea un perfecto retrato de estudio.
Antes de comenzar Paco se une a nosotros, en silencio, pero sacando algunas fotos con su movil de la sesión y el montaje. La luz me gusta mucho, ajusto y mido ultimando detalles.
Ahora dirijo muy levemente a Mario, para encontrar un gesto que me convenza sin que sea forzado, muevo la silla en la que está sentado lo suficiente para que tenga que hacer un giro de cabeza al mirar a cámara, le pido que suba la cremallera del jersey, mire de nuevo hacia el objetivo, y tras algunos disparos… y ClicK…

Rosa-Valenty-foto-pepe-castro

Rosa Valenty

Hace unos meses, durante una visita a La LiVrería, un conocido espacio para la cultura y el ocio en Madrid, me encontré con la actriz Rosa Valenti. -Pepe, ven que te voy a presentar a Rosa, me dice Angel, el propietario. Mientras hace las presentaciones, mi memoria viaja rápidamente a los años en los que en el cine junto a los grandes de la época, Rosa desplegaba todo su potencial, o los momentos en que aquella rubia vedette quitaba el hipo a mas de uno, mientras sobre el escenario caminaba y cantaba. -Que guapa está, pienso para mi, pero no lo digo. Acabo de conocerla y no tengo confianza con ella. Tras el tiempo que dura un café, acordamos vernos de nuevo en breve. Me apetece que me cuente mas cosas de su carrera, y de paso si ella quiere, incluirla en mi galería de retratados. -Me apetece mucho, Pepe, me dice; así que dejamos abierta la cita para otro dia.
Esa mañana la recojo en su casa, y juntos vamos hacia Silk, el restaurante de mi buen amigo Cipri. El día está soleado pero no hace demasiado calor, por lo que a los dos, la idea de comer en la terraza nos parece estupenda. Allí arriba, bajo una gran sombrilla y con unas bonitas vistas del norte de Madrid tenemos ocasión de conocernos mejor y crear el buen ambiente que necesitamos para después; y a mi por supuesto, me permite ademas observar antes de fotografiar. Es una mujer elegante en las formas y movimientos, muy segura de si misma cuando habla y sobre todo con una actitud muy positiva ante la vida. Creo que vamos a tener un gran retrato
Después de una corta sobremesa, el tiempo se nos va echando encima, así que nos desplazamos tan solo unos metros, a un salón interior, donde tengo a medio preparar el pequeño set que voy a utilizar para la sesión. Mientras termino de montar lo necesario, Rosa desaparece para cambiarse de ropa y darse algun pequeño retoque. Aparece casi al mismo tiempo en que estoy midiendo la luz, y la invito a sentarse para terminar de hacerlo.
Sentada ahora frente a mi, en una mesita baja, juega con la cámara con mucha soltura. Miradas pícaras y alguna pose sensual y coqueta. Está cómoda conmigo, se nota y me gusta; yo también lo estoy.
Unos minutos mas tarde, decidimos hacer un nuevo cambio. Me ha enseñado antes de empezar una blusa que pienso ahora, le puede dar un toque mas elegante al retrato, y la invito a probar con ella.
Tras el pequeño break, volvemos al trabajo. Ahora de pié y con aire mas sereno, Rosa me brinda esta otra faceta que me convence aun mas, la de mujer madura, segura y elegante que es… Click!!!

Pedro-Ruiz_foto-pepe-castro

Pedro Ruiz

He quedado con Pedro en un céntrico hotel madrileño, una tarde de principios de otoño. Al llegar doy una vuelta por el hall y el salón, porque hace un momento por teléfono me ha confirmado, y sé que por aquí, en alguna parte, me está esperando. No le veo en mi primera redada, así que pregunto en recepción. -Si, me dice un empleado, -Hace un minuto estaba aquí mismo
Al fin, por el pasillo le veo aparecer y dirigirse hacia mi. No nos conocemos, pero creo que soy fácilmente identificable por el material que acarreo, al contrario de los relajados clientes que charlan, o leen la prensa sentados en el salon.
Te apetece tomar algo antes, Pepe? -Claro! Me apunto a un cafetito. Dedicamos unos minutos a ese café, delicioso por cierto, y a conversar tranquilamente, hasta que decidimos ir preparando el lugar donde trabajaremos, ya que aun no sabemos donde será posible.
Pedro, que es un habitual en el hotel desde hace muchos años, se encarga él mismo de pedir que nos dejen un espacio, para ocupar con nuestros enseres.
La planta baja está llena y al no encontrar una sala adecuada, nos proponen hacerlo en el exterior, el jardin terraza de verano pegado al salón. Hacemos un breve reconocimiento y encontramos un apartado lo suficientemente fuera de miradas, perfecto para lo que necesitamos.
Allí entre plantas y mesas de jardin, al resguardo de unos grandes setos, y junto a una barra de bar de verano, monto y preparo el set, buscando con el fondo negro y los flashes, un ambiente e iluminación de estudio. Cuando creo que lo tengo listo, aviso a Pedro, que ha ido a charlar con alguien al otro lado de la cristalera.
Es cuestión de minutos, que empecemos a trabajar, tan solo una ultima medición con él delante, un par de disparos de prueba y listo.
Ahora si, empezamos con la sesión a la que dedico unos primeros minutos de búsqueda. Es un hombre de facciones duras y mirada penetrante, que sonríe sutilmente cada vez que habla y mira a la cámara con mucha seguridad.
Sentado a caballo en la silla, se apoya sobre los codos durante un momento. A través del visor me parece un encuadre perfecto y el gesto, el justo… ClicK!

Miriam Diaz Aroca

Míriam Díaz Aroca

Me siento realmente afortunado de poder dedicarme a lo que me dedico, que es lo que me gusta, y en particular a esta complicada, y para mi, apasionante disciplina fotográfica que es el retrato. El retrato es algo mas que hacer una fotografia, al menos en mi caso, me permite conocer a la persona, disfrutar de su conversación, escuchar sus vivencias, sus avatares profesionales y vitales, aprender de lo escuchado y acumular un sinfín de anécdotas y recuerdos en mi baúl. Todo este aporte extra, hace que cada vez me centre mas en mi trabajo y me ponga como tarea mejorar dia a día, tanto profesional, como personalmente.
Hoy he quedado con otro de esos artistas polifacéticos y enamorados de la profesión que tanto me gustan, por la energía y positividad que desprenden y transmiten.
Estoy esperando sentado, recordándome en mi juventud viendo a Miriam en sus primeras apariciones como presentadora y animadora en programas de entretenimiento infantil, o mas adelante, cuando aparecía en el popular programa «Un, dos, tres» de Chicho Ibañez, cuando suena mi teléfono. Es ella. Aunque hemos quedado en el restaurante de un amigo común, se ha despistado en la ruta y esto le va a hacer retrasarse unos minutos. Bueno, no hay prisa, la tranquilizo, te espero aquí. Sigo con mis reflexiones y me acompaño de una cerveceza fresquita para hacer mas llevadera la espera, que acaba veinte minutos después, cuando aparece sonriente en el vestíbulo del local.
En la mesa el tiempo pasa rápido, Míriam es una persona muy vital, habla de su trabajo con verdadera pasión y como ya he dicho, transmite energía y positividad. Pero sobre todo, me parece una persona profunda y sincera cuando habla, esto me da una primera pista. Quizás sea eso lo que tenga que buscar luego en el retrato
Aunque la conversación es como si nos conociéramos de hace mucho y el tiempo que me dedica se me hace muy agradable, ya tengo ganas de empezar con la sesión. Estamos de acuerdo en ello, así que nos desplazamos a un apartado donde estamos tranquilos y libres de miradas para poder concentrarnos en el trabajo.
Los pocos minutos que tardo en preparar el equipo, me acompaña y observa con curiosidad. Empezamos a trabajar, en cuanto termino de ajustar la luz, ya con ella sentada frente a mi. Míriam mira a la cámara con mucha naturalidad, y mientras disparo me ofrece varias expresiones y gestos de los que saco partido. Me gustan mas, cuanto mas sutiles y serenos, pero es  precisamente en su mirada donde busco esa sinceridad que transmitía durante la conversación en la mesa. Al cabo de unos minutos, serena y sincera, aparece Miriam… ClicK!

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Paco Arévalo

Hay artistas, grandes artistas, y luego hay otros, que además de grandes, marcan una época y pasan a formar parte de los clásicos. Algunos imborrables momentos de auténtica carcajada de mi juventud están claramente asociados a algunos de estos artistas, de manera que no puedo olvidarme de los geniales monólogos de Gila, no puedo tampoco olvidar los sketches de Martes y trece o Cruz y Raya, y por supuesto los chistes de Eugenio y el gran Arévalo, todos ellos clásicos ya del humor y casi de la familia en muchos de nuestros hogares. Arévalo ha marcado, para muchos de nosotros, toda una época con sus chistes y ahora con su inseparable compañero de gamberradas escénicas, Bertin Osborne, recorren todos los teatros del circuito español con las mismas ganas de hacernos reír.
Paco es valenciano y allí vive, pero hoy ha tenido el detalle de venir a Madrid, pasar unas horas conmigo para conocernos, y luego someterse a la indiscreta mirada de cámara y objetivo en una sesión fotográfica.
Le recojo en el hotel Wellington, en la madrileña calle de Velazquez, es casi la hora de comer y en Madrid ya empieza a ser hora punta, por lo que avanzamos despacio entre el denso tráfico. Los minutos del trayecto nos sirven de preámbulo, y aprovecho para ir satisfaciendo mi curiosidad con algunas preguntas sobre su vida y avatares. Llegando a nuestro destino y antes de entrar a la oscuridad del parking le pregunto:
-Paco, tu sabes lo que es un selfie? Quiero hacerme uno contigo.
-Sonríe, saca su smartphone y me contesta: Hombre claro! venga, y lo subimos al twitter ahora mismo, el mío es @arevaloOK, me sigues y yo te sigo.
Tras la inesperada contestación, disparo mi primer click de hoy con el móvil, mientras el coche de detrás pita impaciente. Aparcamos, subimos al restaurante y nos sentamos a la mesa
Comemos, charlamos y pasamos un rato estupendo en lo que puedo llamar mi cuartel general, Silk, el restaurante de mi amigo Cipri, haciendo tiempo para que llegue Andrea, mi ayudante, que se suma luego al postre y café.
Es momento, ahora si, de sacar partido fotográfico al tiempo que Paco me ha dedicado. La zona de copas, vacía durante el día, me sirve como siempre de escenario improvisado y tranquilo para la sesión. Una vez montado todo, coloco un taburete donde se sienta Paco, para así terminar yo de ajustar la iluminación: un solo flash y un reflector malabarísticamente colocado, me es suficiente para conseguir el efecto que quiero. Paco se ofrece a dedicarme varias muecas y gestos muy suyos, que me sirven para ir buscando lo que quiero, algo mas sutil, como ese gesto guasón y simpático tan característico que aparece ahora, y… ClicK!!

Emilio Gutierrez Caba

Emilio Gutierrez Caba

Emilio, actor con mayúsculas, pertenece a esa saga familiar cuyo apellido, los Gutierrez Caba, tiene un inconfundible sabor a cine y teatro, al que evidentemente no puedo ni debo obviar en mi galería. Bien es cierto que llevo tiempo queriendo hacerlo, fotografiarle, y que son ya varios los intentos fallidos a lo largo de estos últimos meses, casi siempre  por agenda de trabajo, que no por predisposición suya. Desde el primer día en que pude hablar con él, se mostró dispuesto a permitir mi indiscreción, y la de mi cámara. Por fin, encontrado ese momento, he quedado en visitarle hoy por la mañana en su casa, a eso de las once.
Me recibe de modo familiar, invitándome amable y sonriente a pasar y a descansar cuanto antes mi aparatoso equipaje.
-Déjalo donde quieras, Pepe, pasa echa un vistazo y decide donde quieres ubicarte para trabajar.
Estamos en una sala de estar donde lo que predominan son los libros, tanto en las repletas estanterías, como sobre la mesa donde se acumula de manera ordenada entiendo que la lectura presente y futura. Me ve fijarme en ello y aprovecha para recomendarme alguno de los títulos que aguardan turno. En la misma entrada descanso mi equipo a la espera de montarlo, algo que haré luego tranquilamente porque con mi llegada he interrumpido en la preparación de, a juzgar por el aroma, un delicioson té, Me ofrece acompañarle en la degustación, y acepto.
Contigua a la sala hay un pequeño y confortable salón donde nos sentamos frente a la infusión, rodeados de mas libros, y donde acometemos una distendida charla. Me ha dicho que no tiene prisa y eso me viene bien para, por llamarlo de alguna manera, preparar el terreno. Hablamos durante casi una hora entre sorbo y sorbo de un excelente té caliente, del que se confiesa gran amante. Aprovecho entonces para pedirle consejo sobre alguna marca y variedad y me sorprende con una extensa carta de la que se surte comprando por internet. yo anoto mentalmente.
Estoy tan gusto con mi anfitrión que me da un poco de pereza empezar a trabajar, pero ya va siendo hora.
En la sala de estar, apartando un poco la mesa y un par de sillas, para hacer hueco, y aprovechando el paso de la puerta y parte del pasillo, preparo ahora si, el escenario. Minutos después estamos en el ambiente de la luz de los flashes, y puedo empezar a disparar buscando el momento y gesto. Me ocurre lo mismo que antes, estoy muy cómodo y creo que Emilio también. No le he pedido nada especial, solo que sigamos con la charla, y yo iré buscando. Al cabo de unos minutos veo un Emilio muy cercano y sereno, y… ClicK

Paco-Leon_foto-pepe-castro

Paco León

Paco tiene un pequeño local de trabajo en un céntrico y castizo barrio madrileño. Allí hemos quedado para vernos, y aunque me hubiera gustado tener antes un tiempo extra, como es mi costumbre, donde poder crearme la imagen de lo que voy a hacer y conseguir el ambiente propicio, ha sido imposible. En estos días está bastante ocupado y no ha podido aceptar mi invitación. Ya es bastante, desde luego, que me dedique una horita tal y como tiene la agenda.
Al principio me cuesta ubicar el lugar de la cita. Desde fuera nada lo identifica y al timbre no tengo respuesta, así que esperando no haberme confundido, me quedo delante del número y aguardo pacientemente. No pasan mas de dos tres minutos cuando en la misma puerta para un taxi, justo delante de mi, y de allí baja alguien… que se parece mucho a Paco. Tardo unos segundos en reaccionar y él se me adelanta.
-Pepe? -Si, hola Paco. Ahora si reacciono y nos saludamos con dos besos.
-Te esperaba aquí, pero no estaba seguro. Como no pone nada.
-Si es aquí, vamos, entra.
El motivo de mi extrañeza es que, como él mismo me explica enseguida, viene directamente de la peluquería. Le están caracterizando para una película que empieza a rodar en pocos días, y le han cambiado el look. Ahora Paco es moreno y con el pelo liso. Como iba yo a saberlo?
Una vez dentro y tras un rápido vistazo a las posibilidades del estudio decidimos montar en la salita mas interior, que es la que utilizan para ensayos. Me parece perfecta.
Nos ofrece un café, y aceptamos, como no. Mientras lo prepara y al tiempo que voy conversando y poniéndole un poco al tanto de como suelo plantear las sesiones y lo fácil que le va a resultar, voy montando el equipo tranquilamente. Luego tiene otra cita, pero tenemos casi dos horas por delante.
Con el café a mano sobre una mesita de apoyo y sentado frente a él, le observo para terminar de ajustar la luz, aún dura algo mi sorpresa y me ha cambiado la idea del retrato. Se lo digo, creo que por tercera vez ya, y se ríe.
-Yo tampoco me acostumbro, Pepe. Ademas hasta que no pasen unos días, me han dicho que esto no queda como debe.
En fín, pienso que no hay mal que por bien no venga, y lo extraño se convierte ahora en excepcional. Voy a retratar a Paco con una imagen nada habitual, desde luego.
Seguimos hablando y yo empiezo a disparar como hago siempre, cuando creo que veo la ocasión.  No me gustan en general las poses ni los gestos extremos, me gustan las miradas sinceras, y las sutilezas en el gesto. Ahora Paco me escucha, mientras distraídamente juega con el bigote. Ya lo ha hecho antes y no la he cogido, pero ahora… creo que la tengo… Click!

Assumpta-Serna

Assumpta Serna

Amor a la interpretación, esfuerzo y trabajo a partes iguales. Pero además hablar 5 idiomas, y demostrar lo que vale una y otra vez aquí, e incluso mas lejos, al otro lado del charco, donde para la mayoría de nosotros es difícil siquiera soñar con tener una oportunidad. Una persona que tiene mucho que contar y de la que seguro, se puede aprender mucho escuchando. En definitiva una gran actriz. Es por eso que ardo en deseos de robarle un poco de su tiempo, para poder fotografiarla, y parece que lo voy a tener. Ha sido en «First Team» la fundación dedicada a la formación y excelencia de su profesión, que junto a su marido Scott Cleverdon, dirige con pasión desde hace unos años, donde ha querido que nos encontremos. Me he retrasado unos minutos esperando a Andrea, mi nueva ayudante, pero solo 10 minutos mas tarde de la hora prevista estamos allí. Después de preguntar por ella, me dicen que ha llamado, consciente de su cita y de que no llegaba a tiempo. -Podéis esperarla aquí, acaba de llamar, solo tardará unos minutos. Aprovecho pues, para curiosear una interesante biblioteca cinematográfica que tengo enfrente, esos minutos que necesita para llegar, que tampoco son muchos. Assumpta llega y se presenta sonriente, a la vez que se disculpa por el pequeño retraso. Repasa conmigo alguno de los libros que tengo entre las manos y me invita a conocer las instalaciones y método de la fundación donde trabaja. Mientras recorremos las instalaciones, voy buscando el lugar donde preparar la sesión y molestar lo menos posible. Es en una amplia estancia diáfana, junto a un pequeño plató, donde decido montar mis cosas. -Me maquillo, o… ? -Prefiero que no Assumpta, si acaso un poco de base y por mi parte es suficiente, pero si tu quieres, no me importa. -No! Genial! Yo también lo prefiero así, me dice. Me gusta la naturalidad. Voy montando allí mismo mientras ella se dá algún pequeño retoque en un camerino contiguo. Medimos luz y ya estamos listos, yo a un lado y ella al otro de la cámara. La noto muy cómoda, y eso hace que yo también lo esté. Su gesto mientras conversamos, es una sonrisa que hace que dispare varias veces mi cámara, intentando capturarla. La sesión va muy bien, tengo varias tomas que seguro que son buenas, pero voy a buscar algo mas. Cambiamos de postura, ahora totalmente frontal, quiero que mire directo al objetivo. No hace falta que le diga mas, lo hace con un gesto algo mas serio que dura solo unos segundos, otra vez la sonrisa se le escapa y… ClicK!