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Laura Chinchilla

Recientemente he tenido la ocasión de visitar San José de Costa Rica, en un viaje pleno de contenido y actividades programadas por un gran equipo llamado “Fusión Fotográfica” En la agenda llevo también la grata misión de fotografiar a Laura Chinchilla, ex-presidenta y primera mujer en serlo, de ese increíble país.
Tras varios días de intensa actividad fotográfica llega el momento esperado para el cual, Gustavo un colaborador local, nos ha cedido su estudio y equipo. Salvo mi fiel Hasselblad que viene conmigo desde España, todo es amablemente prestado.
Llegamos un par de horas antes que nuestra invitada con el fin de preparar el espacio y la iluminación para que todo quede listo, y así tener un importante tiempo de conocernos antes de empezar a trabajar.
A su llegada al estudio, aún me encuentro ultimando detalles, que ahora dejo ya para más tarde. Pasamos a un saloncito donde hay preparadas una mesa, unas sillas y un pequeño  refrigerio alrededor del cual empezamos a mantener una cordial conversación. Como curioso que soy no paro de preguntar y de escuchar ,sin darme cuenta de la hora larga que pasa en cuestión de lo que me parecen muy pocos minutos.
Allí sentados tomando café y conversando descubro a una mujer de gran carácter decidida, inteligente, y por qué no decirlo todo… muy guapa. Un reto que me propongo afrontar fotográficamente y del que ya voy mentalmente tomando mis notas. Tras este tiempo y una breve sesión de maquillaje pasamos al set donde Dª Laura se sienta ahora frente a mí con actitud abierta, y total confianza confiesa, en el resultado del trabajo que está apunto de empezar. Mi idea, sin decírselo, es precisamente reconocer en este retrato su belleza, pero ante todo esa fuerza y carisma que he descubierto durante el tiempo que ha durado nuestro larga y productiva tertulia-café. Debo poner mis cinco sentidos en ello teniendo en cuenta que repetirlo sería imposible dado los kilómetros que nos separan y la apretada agenda de la ex-presidenta.
La sesión transcurre más tarde manteniendo el mismo hilo conductor, una interesante conversación, y tras unos minutos aparece en un par de ocasiones ese gesto que voy buscando. Disparo cada vez que lo veo dejando continuar la sesión de manera natural y dirigiendo solo sutilmente alguno de sus movimientos hasta que creo tener la seguridad de haberlo conseguido. Ahora sí, pasados solo 20 minutos me parece haber conseguido lo que buscaba y puedo relajarme.
Volveré a San José, pero será a por otro retrato. Este ya está.

Celedonio Perellón

En octubre del pasado 2015 falleció en Madrid a los 90 años de edad,  Celedonio Perellón, pintor e ilustrador considerado como iniciador del arte erótico en España. Seis años antes, en una de sus cada vez menos frecuentes visitas a Toledo, aprovecho para citarle en mi estudio. Debido a su avanzada edad, cada vez viene menos a esta ciudad que le acoge con tanto cariño, las rodillas ya no soportan las enrevesadas escaleras de la antigua casa típica que es su vivienda toledana.
Les recojo con mi coche a él y a Teresa, su compañera sentimental, que le acompaña y ayuda en sus movimientos, y nos dirigimos a mi estudio.
Su aspecto es frágil, y sus pasos cortos y fatigados se apoyan en un bastón, que al entrar en la habitación deja apartado en una esquina. Sentado en una silla, posa frente a mi con aire cansado aunque la gorra que lleva calada hasta los ojos le hace levantar la vista para mirar a mi objetivo, dándole cierto aire de arrogancia.
Tras unos cuantos disparos, me levanto, recojo el bastón y se lo pongo en las manos instándole a que lo utilice a modo de apoyo, al tiempo que le invito a quitarse la gorra durante unos minutos.
Ahora si, con las manos  sobre el bastón, cierro el encuadre y lo tengo todo. El artista, sus manos y toda la vida que transmite cuando me mira

Belen Rueda

Si no fuera por que ya voy teniendo tablas, esta cita me hubiera puesto muy, pero que muy nervioso. No tanto por el trabajo en si, algo que técnicamente tengo bastante controlado, sino por el hecho de tener delante a una de las mujeres mas fantásticas y guapas del cine español. Al menos para mi, una de las mejores con unos cuantos metros de diferencia a muchas y muchos. Dicho esto debo reconocer que tengo cierto gusanillo y muchas ganas de conocerla personalmente
Ha sido una cita muy deseada y complicada de ajustar, como tantas otras de esta serie. Dichosas agendas de trabajo que nos tienen trabajando al 200 por cien para vivir al solo 50… en fin.
He conseguido al menos, ese tiempo del que me gusta disponer antes de una sesión fotográfica, en el que aprendo sobre mi invitado y a la vez explico mi pretensión de que esta sea una sesión algo especial. Entiendo que el resultado de mi trabajo no tiene por que gustar a todo el mundo, por supuesto, pero cada uno de estos personales retratos están mimados desde el principio hasta el final.
Estoy sentado en una mesa ordenando algunos apuntes personales, levantando la vista de vez en cuando, esperando que aparezca, cuando la veo elegantemente atravesar el comedor con un aire Marilyn, ante la mirada de mas de uno, que intuyo que si pudiera dejaría la exquisita comida a medias para seguirla entre las mesas y sentarse unos minutos con ella. Por unos instantes me siento el hombre mas afortunado del comedor. Charlando descubro a una mujer de a pié, no me sorprende, con la que coincido en muchos aspectos de pensamiento y de la vida diaria, y familiar.
Mas tarde, preparo el escenario mientras ella curiosea y me ayuda. Termino la labor con ella iluminada por una sola ventana de luz y la pared crema como reflector. Empezamos una sesión que parece ser la continuación de una charla entre amigos, no hay ruptura, no hay presión, no hay nadie esperando para darle unos retoques de maquillaje. Está natural, tal cual ella es.
Empiezo a disparar mi cámara siguiendo la conversación, mientras observo a la elegante mujer y su gesto sereno, veterano, inteligente. ClicK!!

Alex de la Iglesia

Es una cita muy esperada por mi, ya que llevo intentando retratar a nuestro director mas internacional y creativo casi dos años, en los que por uno u otro motivo, siempre con el denominador común de la agenda repleta de obligaciones, no ha podido ser, hasta hoy que no se como pero accede por whatsap y contesta «vamos a hacerlo de una vez Pepe, que ya está bien»
En un principio, quedamos para tener ese tiempo previo que tanto me gusta, durante una comida, en la que siempre puedo recoger la suficiente información que luego me permita sacar petróleo en la sesión. Supongo que en el cine será algo parecido y que no es lo mismo rodar un plano preparado estudiado y localizado que llegar a un sitio e improvisar cámara al hombro. Pero una vez mas se tuercen los planes y en la misma mañana me comunica que no va a poder ser, así que será express, pero será por fin.
Llego pues a su oficina de Madrid, casi a la hora de comer cargado con mis bártulos y tras preguntar por él, espero en una sala de reuniones, donde entiendo que se habrán trabado muchas de sus películas, hasta que aparece Alex y tras charlar brevemente me deja allí mismo para que prepare mis cosas mientras él termina de despachar algun asunto pendiente. No hace un mes que acaba de presentar su última película «Mi gran noche» y ya está preparando la siguiente, me comenta.
La sala está completamente acristalada por lo que voy a tener que pelear bastante para crear el ambiente, y el no haber tenido ese tiempo previo para conocernos y pensar me hace dudar tambien sobre como colocar la luz y por que lado atacar con ella. Me he fijado eso si, en su camiseta negra con el dibujo del presidente de EEUU convirtiéndose en superman que tengo claro que quiero que asome en el encuadre.
Me decanto por fin por una iluminación ancha, fondo blanco y un plano que permita asomar al Obama superheroe lo suficiente, así que a trabajar.
Con todo listo, me acerco a su despacho reclamando ahora su presencia para terminar de ajustar la luz y en breves minutos empezamos por fin con la tan esperada sesión. Al comenzar recuerdo las palabras de un amigo común que en una ocasión me decía que Alex es como un niño con un Heavy metal dentro, y mientras disparo mi cámara sonrío al parecerme descubrir algo de eso en varias ocasiones. En un determinado momento se adelanta un poco en actitud un tanto desafiante y mira sereno, pero con dureza, con una mirada que atraviesa completamente mi objetivo y se clava de tal manera que no puedo dejarla pasar… click!

Gonzalo de Castro

Gonzalo de Castro

Han tenido que pasar varios meses desde que intenté retratar a Gonzalo por primera vez, hasta esta ya definitiva. La primera, en el teatro de Rojas en Toledo, donde acepta mi reto y en el camerino me recibe minutos antes de salir a escena. Pero después de prepararlo todo, cuando intento empezar con la sesión algo falla y sin poder arreglarlo tenemos que posponer, sin saber cuando podrá volver a ser.
El azar tiene mucho que ver en nuestras vidas y en este caso ha sido el mismo quien sabiamente ha decidido juntarnos en esta otra ocasión, porque esta vez vamos a tener todo el tiempo que necesitamos para conocernos y charlar antes de trabajar.
Le recojo cerca de su casa y vamos juntos hacia el lugar donde comeremos y mas tarde montaremos el escenario-set donde terminaremos lo que hasta allí nos lleva hoy. Por el camino, mientras charlamos, repasa el libro de retratos que llevo en el coche y me sorprende gratamente el énfasis con que lo hace y advierte detalles de cada uno de los allí fotografiados, que a la mayoría le pasan por alto y a los que yo doy tanta importancia cuando retrato. Paso un muy buen rato escuchándole, e insisto en que siga con los que faltan, a la vuelta claro, ya que hemos llegado.
Tras dos horas largas de conversación en las que disfruto enormemente y observo con cuidado todos sus detalles y gestos llega el momento de trabajar. Ahora es un amigo quien se sienta frente a mi y sigue sincerándose, sin apenas darse cuenta de que yo estoy disparando mi cámara de vez en cuando. Tengo que esperar a que sea él quien me escuche cuando yo también cuento «mis cosas» para aprovechar su interés, su mirada, su rostro maduro, trabajado, inteligente.

Fiorella Faltoyano

Fiorella Faltoyano

Una actriz con los deberes hechos. Así podría describir a Fiorella, creo que sin miedo a equivocarme, porque aunque siempre pensemos que nos queda mucho por hacer, también es cierto que llega un momento en que volviendo la vista atrás puedes ver si por donde has pasado queda alguna huella. Y en su caso es evidente que las hay, hay muchas, y espero que siga habiéndolas durante mucho tiempo.
Fiorella y yo llevamos hablando, ya no sé cuanto tiempo, intentando dar forma al encuentro que por fin, ahora es posible. Espero de este, poder sacar tanto un buen retrato suyo, como una interesante velada con una gran profesional y a medida que voy conociéndola, veo que gran persona.
Para ello hemos decidido darnos, antes de la sesión, el tiempo necesario para conocernos fuera del auricular del teléfono, y uno de los mejores sitios que conozco para este tipo de cosas, es en la mesa de un restaurante.
Llegado el momento, un par de horas mas tarde, los dos vamos al lugar en el que improvisaremos nuestro pequeño plató para hoy.
Es en un rinconcito en el hall del restaurante lo suficientemente reservado para no molestar, donde empiezo a abrir bolsas, mientras pienso como voy a preparar el set, y a iluminar a Fiorella.
Lo que debe proyectar este retrato, lo tengo claro. Durante la comida y la sobremesa me ha demostrado su actitud positiva, y esa va a ser hoy mi búsqueda a través del visor. No creo que sea muy difícil.
Preparo una iluminación ancha para dar amplitud a la cara, con el contraste justo para no perder tampoco el detalle de los años vividos, que por supuesto ella no oculta. Listo para empezar.
Tengo a Fiorella delante, ahora sin la cobertura que proporciona la mesa, pero el tiempo y la charla allí empleados ha hecho que llegado este momento el clima sea perfecto y no haya ningún reparo.
Empiezo con unos cuantos disparos de prueba, en los que solo paro un momento para rectificar levemente la luz principal y continúo sin prisas, disparando solo lo necesario. Ahora Fiorella busca un apoyo que enmarca aún mas su sonrisa, y si, creo que la tengo.

Mario Pardo

Este pasado domingo he recibido la invitación de mi buen amigo Paco San José, para ir a comer a su casa. Invitación a la que evidentemente no pongo ningún impedimento.
Paco vive en un piso alto con unas privilegiadas vistas sobre el Manzanares y Madrid, al que llego con tiempo suficiente de tomar el aperitivo en la terraza, antes de sentarnos a la mesa. Mientras charlamos aprovechando el solecito, Paco me pregunta, si por casualidad he traído mi equipo conmigo. En el coche llevo de todo, le contesto. Ahí queda la cosa de momento, pero me fijo que en la mesa hay mas cubiertos de los que somos ahora; dos mas.
Suena el timbre, abro yo, y me encuentro frente a Mario Pardo y su mujer, que llegan a cubrir esas vacantes de la mesa. Ahora entiendo la pregunta de Paco.
Después de disfrutar de ibéricos de su pueblo, un sabroso guiso, postre y café, en excelente compañía; le cuento a Mario, que se sienta a mi lado, pero no me conoce mas que de eso, a lo que me dedico, a la vez que le enseño desde mi teléfono varios retratos. Acto seguido le propongo hacer una sesión allí mismo, a la que accede divertido. Paco se ríe, porque todo sale según sus planes.
En una estancia acristalada ganada a la terraza a modo de estudio, pero abarrotada de enseres, empiezo a preparar mis bártulos, mientras mi inesperado modelo da una cabezada en el sofá. Tengo que aguzar el ingenio, colocar todo en muy poco espacio e iluminar bien para que el resultado sea un perfecto retrato de estudio.
Antes de comenzar Paco se une a nosotros, en silencio, pero sacando algunas fotos con su movil de la sesión y el montaje. La luz me gusta mucho, ajusto y mido ultimando detalles.
Ahora dirijo muy levemente a Mario, para encontrar un gesto que me convenza sin que sea forzado, muevo la silla en la que está sentado lo suficiente para que tenga que hacer un giro de cabeza al mirar a cámara, le pido que suba la cremallera del jersey, mire de nuevo hacia el objetivo, y tras algunos disparos… y ClicK…

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Rosa Valenty

Hace unos meses, durante una visita a La LiVrería, un conocido espacio para la cultura y el ocio en Madrid, me encontré con la actriz Rosa Valenti. -Pepe, ven que te voy a presentar a Rosa, me dice Angel, el propietario. Mientras hace las presentaciones, mi memoria viaja rápidamente a los años en los que en el cine junto a los grandes de la época, Rosa desplegaba todo su potencial, o los momentos en que aquella rubia vedette quitaba el hipo a mas de uno, mientras sobre el escenario caminaba y cantaba. -Que guapa está, pienso para mi, pero no lo digo. Acabo de conocerla y no tengo confianza con ella. Tras el tiempo que dura un café, acordamos vernos de nuevo en breve. Me apetece que me cuente mas cosas de su carrera, y de paso si ella quiere, incluirla en mi galería de retratados. -Me apetece mucho, Pepe, me dice; así que dejamos abierta la cita para otro dia.
Esa mañana la recojo en su casa, y juntos vamos hacia Silk, el restaurante de mi buen amigo Cipri. El día está soleado pero no hace demasiado calor, por lo que a los dos, la idea de comer en la terraza nos parece estupenda. Allí arriba, bajo una gran sombrilla y con unas bonitas vistas del norte de Madrid tenemos ocasión de conocernos mejor y crear el buen ambiente que necesitamos para después; y a mi por supuesto, me permite ademas observar antes de fotografiar. Es una mujer elegante en las formas y movimientos, muy segura de si misma cuando habla y sobre todo con una actitud muy positiva ante la vida. Creo que vamos a tener un gran retrato
Después de una corta sobremesa, el tiempo se nos va echando encima, así que nos desplazamos tan solo unos metros, a un salón interior, donde tengo a medio preparar el pequeño set que voy a utilizar para la sesión. Mientras termino de montar lo necesario, Rosa desaparece para cambiarse de ropa y darse algun pequeño retoque. Aparece casi al mismo tiempo en que estoy midiendo la luz, y la invito a sentarse para terminar de hacerlo.
Sentada ahora frente a mi, en una mesita baja, juega con la cámara con mucha soltura. Miradas pícaras y alguna pose sensual y coqueta. Está cómoda conmigo, se nota y me gusta; yo también lo estoy.
Unos minutos mas tarde, decidimos hacer un nuevo cambio. Me ha enseñado antes de empezar una blusa que pienso ahora, le puede dar un toque mas elegante al retrato, y la invito a probar con ella.
Tras el pequeño break, volvemos al trabajo. Ahora de pié y con aire mas sereno, Rosa me brinda esta otra faceta que me convence aun mas, la de mujer madura, segura y elegante que es… Click!!!

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Pedro Ruiz

He quedado con Pedro en un céntrico hotel madrileño, una tarde de principios de otoño. Al llegar doy una vuelta por el hall y el salón, porque hace un momento por teléfono me ha confirmado, y sé que por aquí, en alguna parte, me está esperando. No le veo en mi primera redada, así que pregunto en recepción. -Si, me dice un empleado, -Hace un minuto estaba aquí mismo
Al fin, por el pasillo le veo aparecer y dirigirse hacia mi. No nos conocemos, pero creo que soy fácilmente identificable por el material que acarreo, al contrario de los relajados clientes que charlan, o leen la prensa sentados en el salon.
Te apetece tomar algo antes, Pepe? -Claro! Me apunto a un cafetito. Dedicamos unos minutos a ese café, delicioso por cierto, y a conversar tranquilamente, hasta que decidimos ir preparando el lugar donde trabajaremos, ya que aun no sabemos donde será posible.
Pedro, que es un habitual en el hotel desde hace muchos años, se encarga él mismo de pedir que nos dejen un espacio, para ocupar con nuestros enseres.
La planta baja está llena y al no encontrar una sala adecuada, nos proponen hacerlo en el exterior, el jardin terraza de verano pegado al salón. Hacemos un breve reconocimiento y encontramos un apartado lo suficientemente fuera de miradas, perfecto para lo que necesitamos.
Allí entre plantas y mesas de jardin, al resguardo de unos grandes setos, y junto a una barra de bar de verano, monto y preparo el set, buscando con el fondo negro y los flashes, un ambiente e iluminación de estudio. Cuando creo que lo tengo listo, aviso a Pedro, que ha ido a charlar con alguien al otro lado de la cristalera.
Es cuestión de minutos, que empecemos a trabajar, tan solo una ultima medición con él delante, un par de disparos de prueba y listo.
Ahora si, empezamos con la sesión a la que dedico unos primeros minutos de búsqueda. Es un hombre de facciones duras y mirada penetrante, que sonríe sutilmente cada vez que habla y mira a la cámara con mucha seguridad.
Sentado a caballo en la silla, se apoya sobre los codos durante un momento. A través del visor me parece un encuadre perfecto y el gesto, el justo… ClicK!

Miriam Diaz Aroca

Míriam Díaz Aroca

Me siento realmente afortunado de poder dedicarme a lo que me dedico, que es lo que me gusta, y en particular a esta complicada, y para mi, apasionante disciplina fotográfica que es el retrato. El retrato es algo mas que hacer una fotografia, al menos en mi caso, me permite conocer a la persona, disfrutar de su conversación, escuchar sus vivencias, sus avatares profesionales y vitales, aprender de lo escuchado y acumular un sinfín de anécdotas y recuerdos en mi baúl. Todo este aporte extra, hace que cada vez me centre mas en mi trabajo y me ponga como tarea mejorar dia a día, tanto profesional, como personalmente.
Hoy he quedado con otro de esos artistas polifacéticos y enamorados de la profesión que tanto me gustan, por la energía y positividad que desprenden y transmiten.
Estoy esperando sentado, recordándome en mi juventud viendo a Miriam en sus primeras apariciones como presentadora y animadora en programas de entretenimiento infantil, o mas adelante, cuando aparecía en el popular programa «Un, dos, tres» de Chicho Ibañez, cuando suena mi teléfono. Es ella. Aunque hemos quedado en el restaurante de un amigo común, se ha despistado en la ruta y esto le va a hacer retrasarse unos minutos. Bueno, no hay prisa, la tranquilizo, te espero aquí. Sigo con mis reflexiones y me acompaño de una cerveceza fresquita para hacer mas llevadera la espera, que acaba veinte minutos después, cuando aparece sonriente en el vestíbulo del local.
En la mesa el tiempo pasa rápido, Míriam es una persona muy vital, habla de su trabajo con verdadera pasión y como ya he dicho, transmite energía y positividad. Pero sobre todo, me parece una persona profunda y sincera cuando habla, esto me da una primera pista. Quizás sea eso lo que tenga que buscar luego en el retrato
Aunque la conversación es como si nos conociéramos de hace mucho y el tiempo que me dedica se me hace muy agradable, ya tengo ganas de empezar con la sesión. Estamos de acuerdo en ello, así que nos desplazamos a un apartado donde estamos tranquilos y libres de miradas para poder concentrarnos en el trabajo.
Los pocos minutos que tardo en preparar el equipo, me acompaña y observa con curiosidad. Empezamos a trabajar, en cuanto termino de ajustar la luz, ya con ella sentada frente a mi. Míriam mira a la cámara con mucha naturalidad, y mientras disparo me ofrece varias expresiones y gestos de los que saco partido. Me gustan mas, cuanto mas sutiles y serenos, pero es  precisamente en su mirada donde busco esa sinceridad que transmitía durante la conversación en la mesa. Al cabo de unos minutos, serena y sincera, aparece Miriam… ClicK!