Mario Pardo
Este pasado domingo he recibido la invitación de mi buen amigo Paco San José, para ir a comer a su casa. Invitación a la que evidentemente no pongo ningún impedimento.
Paco vive en un piso alto con unas privilegiadas vistas sobre el Manzanares y Madrid, al que llego con tiempo suficiente de tomar el aperitivo en la terraza, antes de sentarnos a la mesa. Mientras charlamos aprovechando el solecito, Paco me pregunta, si por casualidad he traído mi equipo conmigo. En el coche llevo de todo, le contesto. Ahí queda la cosa de momento, pero me fijo que en la mesa hay mas cubiertos de los que somos ahora; dos mas.
Suena el timbre, abro yo, y me encuentro frente a Mario Pardo y su mujer, que llegan a cubrir esas vacantes de la mesa. Ahora entiendo la pregunta de Paco.
Después de disfrutar de ibéricos de su pueblo, un sabroso guiso, postre y café, en excelente compañía; le cuento a Mario, que se sienta a mi lado, pero no me conoce mas que de eso, a lo que me dedico, a la vez que le enseño desde mi teléfono varios retratos. Acto seguido le propongo hacer una sesión allí mismo, a la que accede divertido. Paco se ríe, porque todo sale según sus planes.
En una estancia acristalada ganada a la terraza a modo de estudio, pero abarrotada de enseres, empiezo a preparar mis bártulos, mientras mi inesperado modelo da una cabezada en el sofá. Tengo que aguzar el ingenio, colocar todo en muy poco espacio e iluminar bien para que el resultado sea un perfecto retrato de estudio.
Antes de comenzar Paco se une a nosotros, en silencio, pero sacando algunas fotos con su movil de la sesión y el montaje. La luz me gusta mucho, ajusto y mido ultimando detalles.
Ahora dirijo muy levemente a Mario, para encontrar un gesto que me convenza sin que sea forzado, muevo la silla en la que está sentado lo suficiente para que tenga que hacer un giro de cabeza al mirar a cámara, le pido que suba la cremallera del jersey, mire de nuevo hacia el objetivo, y tras algunos disparos… y ClicK…