Listado de la etiqueta: actores

Pedro-Ruiz_foto-pepe-castro

Pedro Ruiz

He quedado con Pedro en un céntrico hotel madrileño, una tarde de principios de otoño. Al llegar doy una vuelta por el hall y el salón, porque hace un momento por teléfono me ha confirmado, y sé que por aquí, en alguna parte, me está esperando. No le veo en mi primera redada, así que pregunto en recepción. -Si, me dice un empleado, -Hace un minuto estaba aquí mismo
Al fin, por el pasillo le veo aparecer y dirigirse hacia mi. No nos conocemos, pero creo que soy fácilmente identificable por el material que acarreo, al contrario de los relajados clientes que charlan, o leen la prensa sentados en el salon.
Te apetece tomar algo antes, Pepe? -Claro! Me apunto a un cafetito. Dedicamos unos minutos a ese café, delicioso por cierto, y a conversar tranquilamente, hasta que decidimos ir preparando el lugar donde trabajaremos, ya que aun no sabemos donde será posible.
Pedro, que es un habitual en el hotel desde hace muchos años, se encarga él mismo de pedir que nos dejen un espacio, para ocupar con nuestros enseres.
La planta baja está llena y al no encontrar una sala adecuada, nos proponen hacerlo en el exterior, el jardin terraza de verano pegado al salón. Hacemos un breve reconocimiento y encontramos un apartado lo suficientemente fuera de miradas, perfecto para lo que necesitamos.
Allí entre plantas y mesas de jardin, al resguardo de unos grandes setos, y junto a una barra de bar de verano, monto y preparo el set, buscando con el fondo negro y los flashes, un ambiente e iluminación de estudio. Cuando creo que lo tengo listo, aviso a Pedro, que ha ido a charlar con alguien al otro lado de la cristalera.
Es cuestión de minutos, que empecemos a trabajar, tan solo una ultima medición con él delante, un par de disparos de prueba y listo.
Ahora si, empezamos con la sesión a la que dedico unos primeros minutos de búsqueda. Es un hombre de facciones duras y mirada penetrante, que sonríe sutilmente cada vez que habla y mira a la cámara con mucha seguridad.
Sentado a caballo en la silla, se apoya sobre los codos durante un momento. A través del visor me parece un encuadre perfecto y el gesto, el justo… ClicK!

Miriam Diaz Aroca

Míriam Díaz Aroca

Me siento realmente afortunado de poder dedicarme a lo que me dedico, que es lo que me gusta, y en particular a esta complicada, y para mi, apasionante disciplina fotográfica que es el retrato. El retrato es algo mas que hacer una fotografia, al menos en mi caso, me permite conocer a la persona, disfrutar de su conversación, escuchar sus vivencias, sus avatares profesionales y vitales, aprender de lo escuchado y acumular un sinfín de anécdotas y recuerdos en mi baúl. Todo este aporte extra, hace que cada vez me centre mas en mi trabajo y me ponga como tarea mejorar dia a día, tanto profesional, como personalmente.
Hoy he quedado con otro de esos artistas polifacéticos y enamorados de la profesión que tanto me gustan, por la energía y positividad que desprenden y transmiten.
Estoy esperando sentado, recordándome en mi juventud viendo a Miriam en sus primeras apariciones como presentadora y animadora en programas de entretenimiento infantil, o mas adelante, cuando aparecía en el popular programa «Un, dos, tres» de Chicho Ibañez, cuando suena mi teléfono. Es ella. Aunque hemos quedado en el restaurante de un amigo común, se ha despistado en la ruta y esto le va a hacer retrasarse unos minutos. Bueno, no hay prisa, la tranquilizo, te espero aquí. Sigo con mis reflexiones y me acompaño de una cerveceza fresquita para hacer mas llevadera la espera, que acaba veinte minutos después, cuando aparece sonriente en el vestíbulo del local.
En la mesa el tiempo pasa rápido, Míriam es una persona muy vital, habla de su trabajo con verdadera pasión y como ya he dicho, transmite energía y positividad. Pero sobre todo, me parece una persona profunda y sincera cuando habla, esto me da una primera pista. Quizás sea eso lo que tenga que buscar luego en el retrato
Aunque la conversación es como si nos conociéramos de hace mucho y el tiempo que me dedica se me hace muy agradable, ya tengo ganas de empezar con la sesión. Estamos de acuerdo en ello, así que nos desplazamos a un apartado donde estamos tranquilos y libres de miradas para poder concentrarnos en el trabajo.
Los pocos minutos que tardo en preparar el equipo, me acompaña y observa con curiosidad. Empezamos a trabajar, en cuanto termino de ajustar la luz, ya con ella sentada frente a mi. Míriam mira a la cámara con mucha naturalidad, y mientras disparo me ofrece varias expresiones y gestos de los que saco partido. Me gustan mas, cuanto mas sutiles y serenos, pero es  precisamente en su mirada donde busco esa sinceridad que transmitía durante la conversación en la mesa. Al cabo de unos minutos, serena y sincera, aparece Miriam… ClicK!

Arevalo_foto-pepe-castro

Paco Arévalo

Hay artistas, grandes artistas, y luego hay otros, que además de grandes, marcan una época y pasan a formar parte de los clásicos. Algunos imborrables momentos de auténtica carcajada de mi juventud están claramente asociados a algunos de estos artistas, de manera que no puedo olvidarme de los geniales monólogos de Gila, no puedo tampoco olvidar los sketches de Martes y trece o Cruz y Raya, y por supuesto los chistes de Eugenio y el gran Arévalo, todos ellos clásicos ya del humor y casi de la familia en muchos de nuestros hogares. Arévalo ha marcado, para muchos de nosotros, toda una época con sus chistes y ahora con su inseparable compañero de gamberradas escénicas, Bertin Osborne, recorren todos los teatros del circuito español con las mismas ganas de hacernos reír.
Paco es valenciano y allí vive, pero hoy ha tenido el detalle de venir a Madrid, pasar unas horas conmigo para conocernos, y luego someterse a la indiscreta mirada de cámara y objetivo en una sesión fotográfica.
Le recojo en el hotel Wellington, en la madrileña calle de Velazquez, es casi la hora de comer y en Madrid ya empieza a ser hora punta, por lo que avanzamos despacio entre el denso tráfico. Los minutos del trayecto nos sirven de preámbulo, y aprovecho para ir satisfaciendo mi curiosidad con algunas preguntas sobre su vida y avatares. Llegando a nuestro destino y antes de entrar a la oscuridad del parking le pregunto:
-Paco, tu sabes lo que es un selfie? Quiero hacerme uno contigo.
-Sonríe, saca su smartphone y me contesta: Hombre claro! venga, y lo subimos al twitter ahora mismo, el mío es @arevaloOK, me sigues y yo te sigo.
Tras la inesperada contestación, disparo mi primer click de hoy con el móvil, mientras el coche de detrás pita impaciente. Aparcamos, subimos al restaurante y nos sentamos a la mesa
Comemos, charlamos y pasamos un rato estupendo en lo que puedo llamar mi cuartel general, Silk, el restaurante de mi amigo Cipri, haciendo tiempo para que llegue Andrea, mi ayudante, que se suma luego al postre y café.
Es momento, ahora si, de sacar partido fotográfico al tiempo que Paco me ha dedicado. La zona de copas, vacía durante el día, me sirve como siempre de escenario improvisado y tranquilo para la sesión. Una vez montado todo, coloco un taburete donde se sienta Paco, para así terminar yo de ajustar la iluminación: un solo flash y un reflector malabarísticamente colocado, me es suficiente para conseguir el efecto que quiero. Paco se ofrece a dedicarme varias muecas y gestos muy suyos, que me sirven para ir buscando lo que quiero, algo mas sutil, como ese gesto guasón y simpático tan característico que aparece ahora, y… ClicK!!

Emilio Gutierrez Caba

Emilio Gutierrez Caba

Emilio, actor con mayúsculas, pertenece a esa saga familiar cuyo apellido, los Gutierrez Caba, tiene un inconfundible sabor a cine y teatro, al que evidentemente no puedo ni debo obviar en mi galería. Bien es cierto que llevo tiempo queriendo hacerlo, fotografiarle, y que son ya varios los intentos fallidos a lo largo de estos últimos meses, casi siempre  por agenda de trabajo, que no por predisposición suya. Desde el primer día en que pude hablar con él, se mostró dispuesto a permitir mi indiscreción, y la de mi cámara. Por fin, encontrado ese momento, he quedado en visitarle hoy por la mañana en su casa, a eso de las once.
Me recibe de modo familiar, invitándome amable y sonriente a pasar y a descansar cuanto antes mi aparatoso equipaje.
-Déjalo donde quieras, Pepe, pasa echa un vistazo y decide donde quieres ubicarte para trabajar.
Estamos en una sala de estar donde lo que predominan son los libros, tanto en las repletas estanterías, como sobre la mesa donde se acumula de manera ordenada entiendo que la lectura presente y futura. Me ve fijarme en ello y aprovecha para recomendarme alguno de los títulos que aguardan turno. En la misma entrada descanso mi equipo a la espera de montarlo, algo que haré luego tranquilamente porque con mi llegada he interrumpido en la preparación de, a juzgar por el aroma, un delicioson té, Me ofrece acompañarle en la degustación, y acepto.
Contigua a la sala hay un pequeño y confortable salón donde nos sentamos frente a la infusión, rodeados de mas libros, y donde acometemos una distendida charla. Me ha dicho que no tiene prisa y eso me viene bien para, por llamarlo de alguna manera, preparar el terreno. Hablamos durante casi una hora entre sorbo y sorbo de un excelente té caliente, del que se confiesa gran amante. Aprovecho entonces para pedirle consejo sobre alguna marca y variedad y me sorprende con una extensa carta de la que se surte comprando por internet. yo anoto mentalmente.
Estoy tan gusto con mi anfitrión que me da un poco de pereza empezar a trabajar, pero ya va siendo hora.
En la sala de estar, apartando un poco la mesa y un par de sillas, para hacer hueco, y aprovechando el paso de la puerta y parte del pasillo, preparo ahora si, el escenario. Minutos después estamos en el ambiente de la luz de los flashes, y puedo empezar a disparar buscando el momento y gesto. Me ocurre lo mismo que antes, estoy muy cómodo y creo que Emilio también. No le he pedido nada especial, solo que sigamos con la charla, y yo iré buscando. Al cabo de unos minutos veo un Emilio muy cercano y sereno, y… ClicK

Paco-Leon_foto-pepe-castro

Paco León

Paco tiene un pequeño local de trabajo en un céntrico y castizo barrio madrileño. Allí hemos quedado para vernos, y aunque me hubiera gustado tener antes un tiempo extra, como es mi costumbre, donde poder crearme la imagen de lo que voy a hacer y conseguir el ambiente propicio, ha sido imposible. En estos días está bastante ocupado y no ha podido aceptar mi invitación. Ya es bastante, desde luego, que me dedique una horita tal y como tiene la agenda.
Al principio me cuesta ubicar el lugar de la cita. Desde fuera nada lo identifica y al timbre no tengo respuesta, así que esperando no haberme confundido, me quedo delante del número y aguardo pacientemente. No pasan mas de dos tres minutos cuando en la misma puerta para un taxi, justo delante de mi, y de allí baja alguien… que se parece mucho a Paco. Tardo unos segundos en reaccionar y él se me adelanta.
-Pepe? -Si, hola Paco. Ahora si reacciono y nos saludamos con dos besos.
-Te esperaba aquí, pero no estaba seguro. Como no pone nada.
-Si es aquí, vamos, entra.
El motivo de mi extrañeza es que, como él mismo me explica enseguida, viene directamente de la peluquería. Le están caracterizando para una película que empieza a rodar en pocos días, y le han cambiado el look. Ahora Paco es moreno y con el pelo liso. Como iba yo a saberlo?
Una vez dentro y tras un rápido vistazo a las posibilidades del estudio decidimos montar en la salita mas interior, que es la que utilizan para ensayos. Me parece perfecta.
Nos ofrece un café, y aceptamos, como no. Mientras lo prepara y al tiempo que voy conversando y poniéndole un poco al tanto de como suelo plantear las sesiones y lo fácil que le va a resultar, voy montando el equipo tranquilamente. Luego tiene otra cita, pero tenemos casi dos horas por delante.
Con el café a mano sobre una mesita de apoyo y sentado frente a él, le observo para terminar de ajustar la luz, aún dura algo mi sorpresa y me ha cambiado la idea del retrato. Se lo digo, creo que por tercera vez ya, y se ríe.
-Yo tampoco me acostumbro, Pepe. Ademas hasta que no pasen unos días, me han dicho que esto no queda como debe.
En fín, pienso que no hay mal que por bien no venga, y lo extraño se convierte ahora en excepcional. Voy a retratar a Paco con una imagen nada habitual, desde luego.
Seguimos hablando y yo empiezo a disparar como hago siempre, cuando creo que veo la ocasión.  No me gustan en general las poses ni los gestos extremos, me gustan las miradas sinceras, y las sutilezas en el gesto. Ahora Paco me escucha, mientras distraídamente juega con el bigote. Ya lo ha hecho antes y no la he cogido, pero ahora… creo que la tengo… Click!

Assumpta-Serna

Assumpta Serna

Amor a la interpretación, esfuerzo y trabajo a partes iguales. Pero además hablar 5 idiomas, y demostrar lo que vale una y otra vez aquí, e incluso mas lejos, al otro lado del charco, donde para la mayoría de nosotros es difícil siquiera soñar con tener una oportunidad. Una persona que tiene mucho que contar y de la que seguro, se puede aprender mucho escuchando. En definitiva una gran actriz. Es por eso que ardo en deseos de robarle un poco de su tiempo, para poder fotografiarla, y parece que lo voy a tener. Ha sido en «First Team» la fundación dedicada a la formación y excelencia de su profesión, que junto a su marido Scott Cleverdon, dirige con pasión desde hace unos años, donde ha querido que nos encontremos. Me he retrasado unos minutos esperando a Andrea, mi nueva ayudante, pero solo 10 minutos mas tarde de la hora prevista estamos allí. Después de preguntar por ella, me dicen que ha llamado, consciente de su cita y de que no llegaba a tiempo. -Podéis esperarla aquí, acaba de llamar, solo tardará unos minutos. Aprovecho pues, para curiosear una interesante biblioteca cinematográfica que tengo enfrente, esos minutos que necesita para llegar, que tampoco son muchos. Assumpta llega y se presenta sonriente, a la vez que se disculpa por el pequeño retraso. Repasa conmigo alguno de los libros que tengo entre las manos y me invita a conocer las instalaciones y método de la fundación donde trabaja. Mientras recorremos las instalaciones, voy buscando el lugar donde preparar la sesión y molestar lo menos posible. Es en una amplia estancia diáfana, junto a un pequeño plató, donde decido montar mis cosas. -Me maquillo, o… ? -Prefiero que no Assumpta, si acaso un poco de base y por mi parte es suficiente, pero si tu quieres, no me importa. -No! Genial! Yo también lo prefiero así, me dice. Me gusta la naturalidad. Voy montando allí mismo mientras ella se dá algún pequeño retoque en un camerino contiguo. Medimos luz y ya estamos listos, yo a un lado y ella al otro de la cámara. La noto muy cómoda, y eso hace que yo también lo esté. Su gesto mientras conversamos, es una sonrisa que hace que dispare varias veces mi cámara, intentando capturarla. La sesión va muy bien, tengo varias tomas que seguro que son buenas, pero voy a buscar algo mas. Cambiamos de postura, ahora totalmente frontal, quiero que mire directo al objetivo. No hace falta que le diga mas, lo hace con un gesto algo mas serio que dura solo unos segundos, otra vez la sonrisa se le escapa y… ClicK!

Luis Varela

Creo que lo que mas me gusta de esto de  fotografiar a personas, es la oportunidad que tengo, de hacerlo a gente con trayectoria, no es por nada, pero me llena mucho poder hacerlo a personajes a los que recuerdo, como a Luis, muy jovencitos y yo también, desde el blanco y negro en los televisores. Por eso cuando voy camino de esta cita, voy como un niño con zapatos nuevos.
Le recojo en Madrid, muy cerca de su casa. Hemos quedado en que vamos juntos, a pasar un tiempo comiendo, antes de meternos en faena con las fotos. Esto nos va a ayudar a ambos a conocernos un poco y crear el ambiente propicio para la sesión fotográfica que vendrá después.
Desde el momento en que montamos en el coche, empiezo a tirarle de la lengua, ya que me interesa mucho los recuerdos o anécdotas que puedan venir de su memoria escénica después de tantos años de profesión. Efectivamente, en absoluto me defrauda, ya que son muchas las historias que vamos hilando, una tras otra, mientras me cuenta como a ido batallando desde sus comienzos. Habla con calma y transmite serenidad, como quien sabe que ya no tiene que demostrar nada, que lo ha hecho con creces. Me encantaría poder plasmar eso en el retrato.
También me habla de su hijo, Cristian Varela. Algo que yo desconocía por completo es que resulta ser uno de los Dj´s mas cotizados del momento. Después de mas de dos horas de historias y anécdotas, paso a montar el equipo en un espacio que me prestan con cariño en el mismo restaurante. Luis me acompaña en todo momento y espera paciente mientras le utilizo para medir y colocar la luz propicia. No tardo mucho, pero necesito algo de tiempo, hasta que veo lo que me gusta..
Empiezo la sesión disparando muy poco al principio y manteniendo viva la conversación, para poco a poco ir hablando menos y centrándome mas en el momento de apretar el disparador. Ahora sentado con las piernas cruzadas y apoyado tranquilamente, me mira con una muy leve sonrisa, y creo ver lo que busco, esa mirada serena de aquel que sabe que tiene los deberes bien hechos.
Enfoco y… ClicK!

Javier Gurruchaga

Javier Gurruchaga

Javier Gurruchaga – fotografia, Pepe Castro

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi a Javier. Fué sobre un escenario en Malasaña, allá por los 80. Con una chaqueta a grandes cuadros blancos y negros y la cara maquillada de blanco, cantaba un divertido tema cuyo estribillo decía «Ponte Peluca«, aderezado con movimientos eléctricos y gestos histriónicos. Yo era un jovencito que vivía la emergente movida madrileña con énfasis y comprendí enseguida que alguien así no iba a quedarse en conciertos de barrio y que a buen seguro debía seguirle la pista. Efectivamente, a ese primer álbum, siguió otro no menos curioso «Viaje con nosotros» y luego otro… empezaron las apariciones televisivas en programas como la Bola de Cristal entre otros, y Javier se convirtió en una especie de irreverente showman de moda. Después vino el cine con apariciones en un montón películas, pero sin dejar nunca su banda «La Orquesta Mondragon». Ahora, y tras haber hecho prácticamente de todo, en los últimos años se ha atrevido también con el teatro.
He quedado con Javier en su casa, hoy voy solo y bien cargado para variar, pero voy mas que encantado de poder pasar un par de horas con él. Así pues al llegar al portal llamo al telefonillo -Sube Pepe, le escucho decir
Me abre él mismo invitándome a pasar. Nada mas entrar me llena el olor a libros, ese olor a papel de libros almacenados, como cuando entras en una libreria anticuario. Para llegar a la sala donde trabajaremos hay que atravesar el salón, esquivando libros y discos apilados por todas partes en torres, que desde el suelo me llegan casi por la cintura. Las estanterías que veo están literalmente saturadas, y los pocos huecos que quedan están tapizados con pósters y fotografías. Todo es como un curioso bazar en el que dan ganas de ponerse a rebuscar porque sabes que vas a encontrar muchas, pero muchas joyitas.
-Javier. Tu sabes realmente todo lo que tienes aquí? -Bueno… si, mas o menos. Alguna vez tengo que volver a comprar un libro… aunque sé que lo tengo por aquí en alguna parte.
Mientras monto el equipo hablamos de fotografía, le gusta y conoce a bastantes fotógrafos. Pone música, un disco de Sonny Rollings y eso da pié a que también hablemos de jazz, y de ahí es inevitable que pasemos a hablar del gran fotógrafo del jazz, William Claxton. -Pues en alguna parte tengo un libro suyo «Jazz Life» -Lo conozco, le digo. Desaparece unos minutos, vuelve con el libro en la mano y mientras miramos algunas de esas viejas e increíbles instantáneas del maestro, me dice -Pues también tengo un sombrerito de la época, te parece que me lo ponga para las fotos? -Genial!
Estamos ya en plena sesión, y aunque reconozco que es fotogénico y tiene muchos recursos, estoy buscando algo personal. Me gusta cuando abre mucho los ojos en un gesto suyo, mezcla de sorpresa e ironía, pero no lo quiero forzar, prefiero buscarlo a través de la conversación y seguir disparando hasta que… ClicK

Carlos-Iglesias_foto-pepe-castro

Carlos Iglesias

Llevo varios días intentando crear un nuevo post, últimamente me faltan horas en el día para cerrar todos los frentes que insensatamente voy abriendo, pero hoy parece que la jornada me da un respiro y tengo la tranquilidad suficiente para hacerlo. Un poco de bossa, y me pongo a ello.
He quedado con Carlos en la plaza de la Moraleja, ya que es un lugar que los dos conocemos y cercano a donde vamos a comer para conocernos antes de la sesión fotográfica. Llego yo primero, hace calor dentro del coche, por lo que decido salir y aprovechar una suave brisa que corre, mientras espero y vigilo los coches que van llegando. Suena el teléfono, veo que es él. -Ya estoy aquí, Pepe, me dice. Rápidamente echo un vistazo a la plaza, intentando identificarle en el interior de alguno de los coches que hay allí parados, pero no lo consigo. -Yo también estoy, le contesto, pero no te veo. En ese momento cambia el tono, y bromeando con el registro de voz de su popular personaje «Benito» contesta, mira pátrás maaacho. En efecto, me ha reconocido y allí está haciéndome señas desde dentro.
Una señora pita algo enfadada porque le bloqueamos el paso mientras nos saludamos. Decidimos que yo iré delante haciendo de guía con mi coche ya que «me conozco perfectamente el camino, que está a solo 10 minutos»
Rápidamente nos ponemos en marcha, arrancamos, me pierdo, quedo fatal, y veinte minutos después llegamos al restaurante.
En la mesa desde el principio prima la cordialidad y, el buen rollo. Hablamos de mi sentido de la orientación, de comida, de amigos, de la familia, de fotografia, y como no, de su nueva película, «Dos francos, cuarenta pesetas» y lo dificil que es dedicarse a este mundo en estos días. Me parece una persona ante todo sincera y muy, muy cercana. A eso hay que sacarle partido… fotográfico. Cipri se acerca casi al final de la comida, y nos saluda, para rápidamente desaparecer en sus labores de director del local.
Estamos ya en ese momento en que o empezamos a trabajar o nos vamos a echar la siesta. Decidimos que lo primero es lo mas sensato, o no, pero nos ponemos a ello.
Tengo ahora a Carlos frente a mi cámara, fondo blanco y luz suavemente contrastada. Quiero que por un momento se olvide del actor, del director, hasta del fotógrafo y la cámara, y mire al objetivo traspasandolo con esa sinceridad con la que me ha tenido casi tres horas retenido a la mesa.
Si, así, con esa… Click!

Blanca-Jara_foto-pepe-castro

Blanca Jara

Una de las caras reconocibles de la serie Gran Reserva es sin duda, Blanca Jara. A pesar de su juventud, a sus espaldas cuenta ya con un serio bagaje en películas, teatro y series de televisión, pero tengo que reconocer que ha sido verla recientemente en «El Clavo de Oro» lo que ha hecho que estuviera deseando conocerla y fotografiarla.
Hago las gestiones precisas y días mas tarde quedamos para charlar y comer en el restaurante de mi amigo Cipri, antes de la sesión fotográfica a la que amablemente ha accedido.
Algún problema que ahora no recuerdo le hace retrasarse, pero me avisa de ello por teléfono. Espero repasando algunos apuntes, hasta que unos minutos después la veo entrar en el restaurante y dirigirse hacia mi mesa. Alta, elegante en el andar, larga melena y regalándome una sonrisa desde varios metros antes del saludo con dos besos, son los preliminares, y así la primera impresión que me deja Blanca es la de un soplo de aire fresco, y la promesa de una excelente velada.
Muy despierta y de conversación inteligente, efectivamente la comida se convierte en una charla entre amigos, en la que me siento tan a gusto, que dos horas parecen a penas… diez minutos.
Se que ha llegado el momento de ponernos a trabajar, y aunque me apetece enormemente porque ya hace rato que estoy imaginando su retrato, de alguna manera no quiero dejar la mesa y la conversación que tanto me gusta.
Nos trasladamos a otra estancia y estamos listos para empezar en poco tiempo, tan solo medir y algún último ajuste. Se sienta frente a los flashes y la observo, quiero aprovechar la desnudez de sus hombros, su larga melena mostrar su dulzura y a la vez transmitir esa frescura que me invadió al principio… quizás demsiado para una sola imagen.
Disparo varias veces, la luz me gusta mucho, es suave y perfila toda la silueta contra el negro del fondo. Durante varios minutos sigo conversando y disparando mi cámara. Tengo en la mente ya varias tomas que creo van a servir, pero continúo. Es difícil decidirme por una y algo me dice que lo mejor está aún por llegar.
Efectivamente, poco después parece que todo lo que quiero se conjura en unos breves segundos, que Blanca me regala y yo aprovecho… ClicK!!