Paco León
Paco tiene un pequeño local de trabajo en un céntrico y castizo barrio madrileño. Allí hemos quedado para vernos, y aunque me hubiera gustado tener antes un tiempo extra, como es mi costumbre, donde poder crearme la imagen de lo que voy a hacer y conseguir el ambiente propicio, ha sido imposible. En estos días está bastante ocupado y no ha podido aceptar mi invitación. Ya es bastante, desde luego, que me dedique una horita tal y como tiene la agenda.
Al principio me cuesta ubicar el lugar de la cita. Desde fuera nada lo identifica y al timbre no tengo respuesta, así que esperando no haberme confundido, me quedo delante del número y aguardo pacientemente. No pasan mas de dos tres minutos cuando en la misma puerta para un taxi, justo delante de mi, y de allí baja alguien… que se parece mucho a Paco. Tardo unos segundos en reaccionar y él se me adelanta.
-Pepe? -Si, hola Paco. Ahora si reacciono y nos saludamos con dos besos.
-Te esperaba aquí, pero no estaba seguro. Como no pone nada.
-Si es aquí, vamos, entra.
El motivo de mi extrañeza es que, como él mismo me explica enseguida, viene directamente de la peluquería. Le están caracterizando para una película que empieza a rodar en pocos días, y le han cambiado el look. Ahora Paco es moreno y con el pelo liso. Como iba yo a saberlo?
Una vez dentro y tras un rápido vistazo a las posibilidades del estudio decidimos montar en la salita mas interior, que es la que utilizan para ensayos. Me parece perfecta.
Nos ofrece un café, y aceptamos, como no. Mientras lo prepara y al tiempo que voy conversando y poniéndole un poco al tanto de como suelo plantear las sesiones y lo fácil que le va a resultar, voy montando el equipo tranquilamente. Luego tiene otra cita, pero tenemos casi dos horas por delante.
Con el café a mano sobre una mesita de apoyo y sentado frente a él, le observo para terminar de ajustar la luz, aún dura algo mi sorpresa y me ha cambiado la idea del retrato. Se lo digo, creo que por tercera vez ya, y se ríe.
-Yo tampoco me acostumbro, Pepe. Ademas hasta que no pasen unos días, me han dicho que esto no queda como debe.
En fín, pienso que no hay mal que por bien no venga, y lo extraño se convierte ahora en excepcional. Voy a retratar a Paco con una imagen nada habitual, desde luego.
Seguimos hablando y yo empiezo a disparar como hago siempre, cuando creo que veo la ocasión. No me gustan en general las poses ni los gestos extremos, me gustan las miradas sinceras, y las sutilezas en el gesto. Ahora Paco me escucha, mientras distraídamente juega con el bigote. Ya lo ha hecho antes y no la he cogido, pero ahora… creo que la tengo… Click!