Javier Gurruchaga

Javier Gurruchaga

Javier Gurruchaga – fotografia, Pepe Castro

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi a Javier. Fué sobre un escenario en Malasaña, allá por los 80. Con una chaqueta a grandes cuadros blancos y negros y la cara maquillada de blanco, cantaba un divertido tema cuyo estribillo decía «Ponte Peluca«, aderezado con movimientos eléctricos y gestos histriónicos. Yo era un jovencito que vivía la emergente movida madrileña con énfasis y comprendí enseguida que alguien así no iba a quedarse en conciertos de barrio y que a buen seguro debía seguirle la pista. Efectivamente, a ese primer álbum, siguió otro no menos curioso «Viaje con nosotros» y luego otro… empezaron las apariciones televisivas en programas como la Bola de Cristal entre otros, y Javier se convirtió en una especie de irreverente showman de moda. Después vino el cine con apariciones en un montón películas, pero sin dejar nunca su banda «La Orquesta Mondragon». Ahora, y tras haber hecho prácticamente de todo, en los últimos años se ha atrevido también con el teatro.
He quedado con Javier en su casa, hoy voy solo y bien cargado para variar, pero voy mas que encantado de poder pasar un par de horas con él. Así pues al llegar al portal llamo al telefonillo -Sube Pepe, le escucho decir
Me abre él mismo invitándome a pasar. Nada mas entrar me llena el olor a libros, ese olor a papel de libros almacenados, como cuando entras en una libreria anticuario. Para llegar a la sala donde trabajaremos hay que atravesar el salón, esquivando libros y discos apilados por todas partes en torres, que desde el suelo me llegan casi por la cintura. Las estanterías que veo están literalmente saturadas, y los pocos huecos que quedan están tapizados con pósters y fotografías. Todo es como un curioso bazar en el que dan ganas de ponerse a rebuscar porque sabes que vas a encontrar muchas, pero muchas joyitas.
-Javier. Tu sabes realmente todo lo que tienes aquí? -Bueno… si, mas o menos. Alguna vez tengo que volver a comprar un libro… aunque sé que lo tengo por aquí en alguna parte.
Mientras monto el equipo hablamos de fotografía, le gusta y conoce a bastantes fotógrafos. Pone música, un disco de Sonny Rollings y eso da pié a que también hablemos de jazz, y de ahí es inevitable que pasemos a hablar del gran fotógrafo del jazz, William Claxton. -Pues en alguna parte tengo un libro suyo «Jazz Life» -Lo conozco, le digo. Desaparece unos minutos, vuelve con el libro en la mano y mientras miramos algunas de esas viejas e increíbles instantáneas del maestro, me dice -Pues también tengo un sombrerito de la época, te parece que me lo ponga para las fotos? -Genial!
Estamos ya en plena sesión, y aunque reconozco que es fotogénico y tiene muchos recursos, estoy buscando algo personal. Me gusta cuando abre mucho los ojos en un gesto suyo, mezcla de sorpresa e ironía, pero no lo quiero forzar, prefiero buscarlo a través de la conversación y seguir disparando hasta que… ClicK