Enrique Urbizu
Sentado en mi estudio, 9:30 de la noche, repaso los últimos retratos y pienso sobre cual es el que publicaré mañana mientras suenan en mi Mac algunas antiguas versiones clásicas de jazz de los años 20. Me cuesta decidirme, me gustan 4 o 5 retratos que transmiten bastante fuerza. Creo que por fin la música que me recuerda el cine negro de la época me ayuda y me hace decidirme por Urbizu.
Enrique Urbizu, es un director del que profesionalmente no voy a decir nada que no sepais ya. Pero si puedo decir que en lo personal, es un tipo agradable y de fácil trato, y que por lo menos conmigo ha sido bastante paciente y condescendiente ya que me ha permitido trastocarle la agenda dos veces seguidas en poco tiempo.
La semana anterior ya habíamos convocado esta misma cita, aunque en distinto lugar, pero debido a un despiste mío, a la hora de ponernos a trabajar y con todo ya montado me doy cuenta de que no he traído el disparador. Ese imprescindible aparatito sin el cual no es posible hacer saltar el flash, con que darle el toque preciso a la fotografía.
-No te preocupes Pepe, me dice al comprobar mi desolación, la próxima semana lo hacemos.
En esta nueva ocasión hemos quedado en su oficina en el centro de Madrid, por la tarde. Cuando llego, dejo el coche en un parking a pocos metros y cargado me dirijo a mi destino; llevo un día bastante ajetreado y voy ya algo cansado. Pienso en ello mientras avanzo con la mochila a cuestas cuando pocos metros antes de llegar me despista un aroma a café exprés que sale de un bonito local a mi derecha y que me desvía de la trayectoria durante los 5 minutos que me dura un cortado.
Aviso desde el portero automático y subo hasta un 1º piso sin ascensor donde con la puerta abierta un sonriente Enrique me invita a pasar.
Al entrar y tras el saludo pertinente entre ambos, otro aroma vuelve a capturar mi atención. Esta vez es el humo de un cigarro puro de pequeñas dimensiones, que Enrique disfruta tranquilo entre las cuatro paredes de esta primera habitación adornada toda con carteles de cine. No puedo resistirme y le pido también uno para mi.
-Que bien huele Enrique, me invitas a un purito?
-ja ja. Claro Pepe, toma uno hombre.
Ahora si! Ahora estoy en condiciones de ponerme con el retrato y lo que haga falta.
Mientras preparo el equipo voy pensando en la última y galardonada película de Urbizu, «No habrá paz para los malvados» La he visto recientemente y todavía da coletazos en mi cerebro alguna de las escenas del corrupto policía al que da vida Jose Coronado, para mi gusto, magistralmente. Charlamos sobre ello y los dos coincidimos en que Coronado está sublime en el papel, que por otra parte, me dice Enrique, está escrito para él.
Con todo listo, Enrique se sienta frente a mi para poder yo terminar de ajustar la iluminación, quiero envolverle con un toque de misterio que recuerde en cierta manera al cine negro que tanto me gusta.
-No quiero nada mas que me mires Enrique, nada mas, le digo.
El me obedece fielmente y posa sin forzar ningún gesto, disparo unas cuantas veces, no muchas.. y …CLICK!!!
-Makin-of
Qué poderosa foto! Felicidades Pepe!
Un beso
Pues sí, después de mucho tiempo sin ver a Jose, porque para mí es Jose, le he visto en la calle Comercio y me ha invitado a disfrutar de su arte, y efectivamente, es un placer. Intentaré aprender algo, gracias amigo.
sin ninguna duda…. acertadisima….
A mis 40 años, con dos niñas en el mundo, y nunca habiendo podido disfrutar de un arte asi… me empiezan a interesar,… y nunca mejor con alguien, que sabe sacar la esencia fundamental de cada individuo…… MUY BUENA FOTO
Gracias Marta.