Dani Rovira

Hay días especiales de los que además de lo previsto sale algo inesperado y fructífero, como el de hoy.
Por qué? Pues porque hoy tengo una sesión con un gran tipo, Dani Rovira, pero en principio no para un retrato convencional no, hoy vamos a  preparar la fotografía de cartel para su nuevo show, que por cierto se titula Odio, y con suerte esto me llevará a matar dos pájaros de un tiro.
Por lo que estos días hemos hablado por teléfono cruzando ideas, sé de antemano que nos lo vamos a pasar muy bien trabajando en esta fotografía, pero aunque hoy el tiempo sea para buscar esa foto de cartel, me gustaría no dejar escapar la ocasión e intentar conseguir un buen retrato que pudiéramos luego utilizar en una próxima portada de nuestra revista DNG Photo Magazine. Como después de comentárselo no pone ningún inconveniente para ello, lo haremos a lo largo de la mañana, porque tiempo seguro que va a haber más que de sobra para todo.
Estamos ya en el estudio que mis amigos de ROBISA tienen en sus instalaciones en Madrid y que amablemente me ceden con todos sus recursos siempre que lo necesito. Llega también Antonio Aguado quien se va a hacer cargo de maquillar al prota y a ello se dedican mientras yo termino de ajustar algunas cosillas, hasta que por fin… empezamos.

Como me temía la mañana está siendo muy entretenida, con varios cambios, buscando distintos gestos de Dani para sobre la marcha descargar en un portátil y decidir si vamos en la buena dirección, retomando después la sesión con los cambios pertinentes.
Entre disparo y disparo en algunos de los cambios aprovechamos algún que otro momento para cambiar de tercio y explorar un poco en busca del retrato con el que adornar esa portada pendiente. Tengo que reconocer eso sí, que con Dani todo esto es fácil porque es capaz de cambiar de un registro a otro con suma facilidad, y pasar de la pose rabiosa al gesto normal en solo unos segundos. Yo lo haría fatal, seguro.

No es la primera vez que nos vemos, y siempre me ha parecido verle un aire de picardía simpática que no puede disimular cuando está cómodo y eso es justo lo que aparece en su cara en un momento, que por supuesto no se escapa a mi objetivo.
Ahora seguimos, porque aunque esto esté, el trabajo aún no ha terminado.