Todas las épocas tienen sus héroes. Da igual el campo, la literatura, los deportes, el teatro, la política… siempre hay líderes que por mucho que pase el tiempo ya han dejado escrita su página en la historia. Hace unos años hubo una generación de humoristas especiales, alguno ya casi leyenda, como el gran Gila, o como la grandiosa pareja que formaban Fernando Esteso y Andrés Pajares. Cada uno por separado era ya muy grande, pero juntos, tanto en escena como en todas las películas que hicieron, fueron realmente geniales.
Llevo intentando quedar con Fernando mucho tiempo, pero por diversos motivos y por distancia, el encuentro se ha hecho esperar y desear mas de lo debido. Pero como todo en la vida, las cosas pasan cuando tienen que pasar, y ahora es el momento.
Espero a Fernando que llega con su inseparable representante, Javier, a pié de calle, junto a la entrada del parking, para entrar con ellos y acompañarles hasta donde tenemos preparado el plató. El parking está repleto, así que mientras Javier busca hueco, yo subo con Fernando, para sentarme y con un vinito delante (es la hora del aperitivo) charlar antes de meternos en faena. No tarda mucho en llegar Javier y unirse al al aperitivo. Después cuando acabemos el trabajo nos sentaremos a comer juntos, y de allí deben salir a atender una entrevista en el centro de Madrid, así que tiempo tenemos el justo.
Siento a Fernando en un taburete frente a mi y termino de hacer las mediciones y ajustar la luz. Me cuesta encontrar la manera de sujetar el reflector blanco con que rebajar sombras. Al final lo cuelgo de un trípode que me queda libre y soluciono el problema. Empezamos con la sesión y Fernando entra en juego sin calentamiento, se notan las tablas. Tras unos 15 minutos, noto que hay algo que no me convence, pero no es él, él está magnífico. Se trata simplemente del jersey negro que lleva, que no me encaja, me cierra demasiado la cara. Jersey fuera!
Seguimos, y ahora si, ahora solo tengo que disparar, esperando el gesto preciso y… ClicK!