Antonio del Real

Es evidente que Antonio no necesita ninguna presentación, y por eso no voy a hacerlo. Baste decir que es uno de nuestros grandes del cine, y por nombrar alguna de las muchas obras que rellenan su curriculum, me decido por la mayor producción, la extraordinaria y rigurosa película «La Conjura del Escorial»
Le recojo en Madrid, cerca de su oficina, después de que un despiste mío me haga retrasarme unos minutos (como siempre voy con la cabeza llena de asuntos me despisto bastante). Le cuento por teléfono, y pacientemente espera en la calle a que resuelva el entuerto, poco después llego al sitio correcto.
Lleva unos días fastidiado con dolor de cabeza, y aunque me brindo a retrasar unos días si no se encuentra bien, prefiere que sigamos adelante con nuestros planes. En vista de su predisposición comemos y aprovechamos durante un par de horas para conocernos mejor. Congeniamos de maravilla y eso, fotográficamente, siempre promete.
De vuelta a la productora, llega el momento de la verdad. Voy a ver si soy capaz de plasmar la profundidad que veo en Antonio.
Buscando el mejor sitio, me decido por su despacho, un espacio no demasiado grande pero que nos aísla de los demás y me permite incluso jugar con las paredes blancas y utilizar una como reflector. Necesito retirar una mesa y algunas sillas, pero no hay problema, me dice.
Estamos sentados el uno frente al otro, observo y ajusto la luz, decido ponerle una silla delante para que busque un apoyo y se sienta mas cómodo. Hablamos, pero no demasiado, de su trabajo y de su hija Blanca a la que también debo fotografiar. Estamos bastante concentrados en la sesión. Le pregunto por su molestia. Sigue igual, me contesta, pero no te preocupes. Disparo algunas veces, cuando creo ver una buena toma. Me acerco aún mas, no le importa. A poca distancia puedo desgranar y leer en su rostro parte de la historia de su vida. Él a su vez escudriña mi objetivo de tal manera que al cabo de un rato ya no sé… quién está retratando a quién.
Click!!

Manuel de Blas

Manuel es un gran actor al que incluyo en la categoría «largo recorrido»
Con tintes de galán en su juventud, carga a sus espaldas  «ni se sabe ya» (así me lo cuenta él) cuantas películas y obras de teatro. La verdad es que repasarlas sería complicado porque, desde luego son muchas las batallas cinematográficas en las que se ha curtido durante mas de 50 años de trabajo.
Hemos quedado en Madrid, él baja en tren desde su casa en la sierra madrileña y yo le recojo en Moncloa para ir a comer juntos antes de liarnos luego con una pactada sesión fotográfica.  A la hora prevista, paro a pocos metros de la estación y llamo para decirle donde he conseguido medio aparcar el coche.
Le veo cruzar la calle perfectamente envuelto en un abrigo con bufanda y gorra, pero aun con el camuflaje le reconozco y le aviso con la mano de mi situación. Lo primero que aprecio, aparte de un aire bohemio y jovial, es una voz inconfundible y una chisporroteante sonrisa en los ojos. Como me gusta esto!
No se como ni de que manera empieza la conversación, pero lo cierto es que nos caemos bien y no pararemos hasta cuatro horas después cuando nos despidamos. Al poco de entrar en el coche me avisa, eso si, de que no suele dar bien en las fotos, dice que no se le da bien esto de posar. Yo que en lo mío también tengo tablas, cambio rápidamente de tema. Lo que quiero ahora es, hablar de otras cosas, comer, tener una buena sobremesa y luego ya si, sacarle jugo a la sesión.
Hemos pasado dos horas sin parar de contarnos chismes y riendo entre deliciosos platos del restaurante de nuestro buen amigo Cipri, pero va llegando el momento de preparar los trastos y empezar con la el trabajo. Como ya es habitual cuando vengo por aquí, utilizo la sala contigua al restaurante para montar mi pequeño set. Aprovechamos este tiempo también para tomar café y hacer alguna llamada, Manuel, divertido, me ayuda a montar uno de los flashes y me habla de algunos fotógrafos que conoció hace años, como por ejemplo cuando le retrató vestido de guardia civil uno de los grandes fotógrafos del S.XX, Jeanloup Sieff.
Si lo llego a saber antes… Después de posar para Sieff, no se que pinto yo aquí
Le he preparado una banqueta frente a mi y allí se coloca aun sin parar de contarme cosas. Voy recogiendo algunas instantáneas mientras habla y dirigiendo, muy poco, la sesión, hasta que encuentro un gesto que me lo cuenta todo con la mirada, esa chisporroteante mirada.
ClicK!!